De leyes… pero también de “tahúres”
Un refrán popular menciona “que quien hace la ley, también hace la trampa” y su aplicación es de amplio espectro en relación a la diversidad de temas que la regulación genérica implica. La traducción libre indica que las personas que construyen, emiten, aprueban y promulgan una norma legal, siempre (como regla y no como excepción a la misma) intentan por subterfugios el incumplimiento de la misma aludiendo principalmente a la discrecionalidad de la interpretación coyuntural (lo malo hoy es bueno mañana) de la famosa frase del “espíritu del legislador”. Un tahúr es una persona experta en el juego de las cartas o de los dados, para citar ejemplos, donde apuesta dinero y lo gana amparado en su “habilidad” del engaño o de la trampa. A nivel de la mayoría de países donde el binomio corrupción-impunidad rebasa con creces los límites de normalidad, se caracterizan por esta mala práctica de establecer leyes y luego no obedecerlas como un reflejo inequívoco de la incongruencia con la