De leyes… pero también de “tahúres”


Un refrán popular menciona “que quien hace la ley, también hace la trampa” y su aplicación es de amplio espectro en relación a la diversidad de temas que la regulación genérica implica. La traducción libre indica que las personas que construyen, emiten, aprueban y promulgan una norma legal, siempre (como regla y no como excepción a la misma) intentan por subterfugios el incumplimiento de la misma aludiendo principalmente a la discrecionalidad de la interpretación coyuntural (lo malo hoy es bueno mañana) de la famosa frase del  “espíritu del legislador”.

Un tahúr es una persona experta en el juego de las cartas o de los dados, para citar ejemplos, donde apuesta dinero y lo gana amparado en su “habilidad” del engaño o de la trampa.

A nivel de la mayoría de países donde el binomio corrupción-impunidad rebasa con creces los límites de normalidad, se caracterizan por esta mala práctica de establecer leyes y luego no obedecerlas como un reflejo inequívoco de la incongruencia con la cual se gestiona el estado. Lo anterior da pié para pensar que en tema de la construcción de leyes, no debemos obviar a quienes al mismo tiempo, las “ignoran” por la omisión como modelo de gestión pública… pero también privada a través de eso “ciclo defectuoso” de la trampa y el engaño o el dolo, que de momento se sustenta en un sistema de iniquidad que se viste con ropa de “legalidad” o de “cuasi-legalidad” que evita como en el principio de economía del “ceteris paribus” que al modificar una variable sobre otra, las restantes se mantienen constantes para no causar un impacto desestabilizante a nivel de la oferta y la demanda.

Por acá, se esperan con ansias desde hace ya más de medio año que aparezcan dos nuevas leyes que todavía no existen , pero que ya la recomendación internacional está plasmada en dos proyectos de ley que eventualmente, deben ser eventualmente, el norte de la discusión de dictamen y que en la demora deben redargüir el tiempo perdido por las incitaciones subterfúgicas/asolapadas de unos y la insurrección en sus niveles más vulgarizados de otros, como dos componentes indivisibles que dan por resultado anarquía, caos, violencia y en ocasiones saqueos, que compiten a medias con el latrocinio del erario que históricamente y sistemáticamente se ha realizado por quienes nos han “desgobernado” sean del fuero civil o del militar.

De las dos nuevas leyes que políticamente decidan construir en su arquitectura, pero también en su ingeniería (funcional o no), no serán la panacea; por lo mejor intencionadas que resulten, deben contar con un grupo de administradores de alto nivel que decidan personalmente cumplir la Constitución y la ley, de igual hacerla cumplir independientemente de que partidos políticos sean los 86 votos mínimos que deben promoverles. 

A nivel de país, no debemos exculpar a los partidos políticos y sus adscritos/prosélitos del deber que tienen de vencer la “incontinencia al respeto de la ley”, para que demos una respuesta positiva en contraposición a la conclusión aquella de quienes internacionalmente hoy aspiran y pretenden dar respuestas orgánicas para que los comicios por venir migren a ser de un alto contenido técnico electoral, en cumplimiento de los indicadores internacionales de elecciones (que ningún organismo menciona y que curiosamente les fundamenta) y que las dudas de los próximos procesos sean resueltas y aunque el “modus operandi” indique que “si yo no gané, es porque me hicieron fraude”, la transparencia sea tal, que si los argumentos del fraude, no tienen como suele, fundamentos, se disipen y expongan a los que por principio político que no tiene ideología no pueden aceptar que perdieron, solamente porque no pudieron ganar.

Con el trabajo reanudado como "buen deseo" después de un buen par de semanas insurrectas y privilegiadas al percibir un salario como pocos lo ganan y agravadom sin laborar, esperemos que las mencionadas leyes aparezcan, sin obviar el beneficio de la duda a la validez del refrán: “quien hace la ley, también hace la trampa”, y no olvidemos por omisión de “buena fe” como ha acostumbrado la socialdemocracia local, que vivimos en un país de leyes… pero también de “tahúres”.

De cultura general:
El maestro enseña lo que sabe, pero solamente reproduce lo que él es”.
Sor Juana Inés de la Cruz: “yo no estudio para saber más, sino para ignorar menos”.




Denis Fernando Gómez Rodríguez
Tegucigalpa, Honduras; Centro América
26 de junio de 2016
De cuando llega el tiempo de salir de la casa de tus padres; así es la vida y debe ser.


Comentarios

  1. Sabiduría pura, pero puros tahures son los que nos gobiernan, saludos mi querido hermano don Dennis Gómez

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Hasta después doña Gabriela

de Alicia y sus intenciones de nacionalizarse

de la percepción