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Mostrando las entradas de febrero, 2018

de “redes”, de “líneas”… ¿y de “terminales”?

Por estas latitudes existe el Consejo Nacional Anticorrupción (por sus siglas CNA) creado  considerando que “la corrupción socava la legitimidad de las instituciones públicas de cualquier Estado de derecho y que ésta atenta contra la convivencia social, el orden moral y la justicia”. En ese momento su objetivo fue y de repente sigue siendo, “apoyar” al Gobierno y la Sociedad Civil en el esfuerzo de impulsar los procesos de transparencia y auditoria social, como mecanismo de prevención, control y combate a la corrupción. La ley del 2005 que consta de 16 artículos, define entre otras consideraciones que la democracia requiere sólidas bases de transparencia y responsabilidad social, para atacar de frente el flagelo de la corrupción en todos los niveles. El CNA está concebido como un organismo independiente, con personalidad jurídica con vigencia indefinida, patrimonio propio y con jurisdicción en toda la República. Para apoyar las políticas y acciones que el Gobierno emprenda

“de las maletas listas”...

... y "echadas" El título corresponde al aviso-anuncio que semanas atrás el entonces vocero de la misión internacional de acompañamiento contra la corrupción y la impunidad, anunciará públicamente “tengo las maletas hechas”, como advertencia a las constantes y más frecuentes obstáculos (visibles e invisibles) que cerca de dos años han tenido que “superar” ¿o intentarlo? en la lucha contra la histórica y enquistada cultura de corrupción e impunidad que en esta zona geográfica nos agobia como regla, con la imperceptible excepción de resultados poco significativos producto del interés político por reducir la misma. Las declaraciones del entonces vocero de la misión internacional son consecuentes con las advertencias que el convenio firmado del 2016, que permitió la aparición por cuatro años del organismo “neonato” como la panacea a la solución de “todos y cada uno de los problemas del país” (de acuerdo al imaginario popular y al agobio que el binomio corrupción-impunida

¡La impunidad no tiene ideología!

El diccionario didáctico avanzado de la editorial SM define la palabra impunidad como falta de castigo y lo identifica como un distintivo de inmunidad. Por estas coordenadas geográficas la impunidad es un mal endémico e histórico, como aliada y par principal de la corrupción, con la excepción de ser el único país donde ningún funcionario de alto nivel que haya delinquido ha sido al menos, acusado formalmente; menos enjuiciado, encarcelado y que haya pagado o pague la mínima condena. Lo anterior debido a la agenesia particular que el llamado estado de derecho (Acemoglu y Robinson, definen en su libro “por qué fracasan los países” que la condición anterior no implica necesariamente el respeto a las leyes) promueve y provoca, debido a la existencia de pactos de gobernabilidad que intrínsecamente determinan una cierta incapacidad “sui generis” de los entes públicos ministeriales y demás operadores para perseguir a los funcionarios flagrantemente delinquen. Es sintomático que e