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Mostrando las entradas de julio, 2020

¿“Desechos”?

     El diccionario de la Real Academia de la Lengua define la palabra desecho entre algunas de las siguientes acepciones: (1) aquello que queda después de haber escogido lo mejor y más útil de algo; (2) cosa que, por usada o por cualquier otra razón, no sirve para la persona a quien se hizo; (3) residuo, basura; (4) desprecio, vilipendio; (5) lo más vil y despreciable.      La ubicación geográfica nos sitúa en el Continente más desigual del orbe y en ese contexto somos uno de esos países caracterizados como altamente endeudados y, por lo tanto, de los más pobres en materia económica y, por lo tanto, eventualmente, ser depositarios de materiales de desecho en diversas formas.      Un par de décadas atrás inicio el tema de recibir ropa de desecho, llamada de segunda y mejor conocida como “de bulto”, para consumo de una gran parte de la población con bajos ingresos, que después se popularizó a segmentos de población que no necesariamente eran de ingreso precario pero que ante el

“facturas” y ¿“fracturas"?

Por acá y en ocasión de la Pandemia del momento, cada día se han hecho más frecuentes los azoros de que se repita un nuevo capítulo del saqueo del estado, elevado en una proporción geométrica aprovechando el flujo continuo de fondos públicos que el Congreso Nacional le ha aprobado al Ejecutivo, a ojos cerrados, para el manejo de la crisis. Del millonario monto aprobado y de su ejecución ha sido una institución en particular la que ha gastado y mal gastado cerca del 50% de ese monto. Y lo ha hecho de una manera arbitraria, opaca, discrecional y abusiva, pero sin duda contando con el visto bueno de quien ejerce de manera continuista la responsabilidad de administrar el Estado en sus 45 funciones y otras que le asigna la Constituciòn en su artículo 245. Por cierto, en un acto de "fingir demencia", al intentar obviar que las funciones se delegan, la responsabilidad no, el primer administrador ha “reclamado” y condenado a quienes han “abusado de los fondos públicos”, como un

¡No podemos respirar!

               Por acá, la Pandemia ha abierto más puertas de las que se proyectaban en relación a la amenaza de concreción de actos de corrupción estatal al grado que hoy después de una historia recurrente de 100 años y más, las denuncias y acusaciones de hechos con premeditación y ventaja de saqueo, de despilfarro y de cualquier otra consideración que la imaginación le provoque. ¡No podemos respirar! , la corrupción ha tenido como compañera inseparable a la IMPUNIDAD; este sistema judicial esta diseñado para que no pase nada y que cuando excepciones apliquen, las mismas sean insignificantes que no alcancen a conmocionar el “modus operandi”. Lo anterior está provocando que un buen sector de la ciudadanía se considere estar en el hartazgo del cinismo de siempre y del vigente, el que durante cerca de 10 años se ha venido imponiendo con un cinismo tal, que cuando se reportan quebrantamientos de salud, por los abanderados, promotores y jefes de este movimiento, pensemos que algunas de