un poder opaco y cerrado
Por estas coordenadas geográficas, desde hace cerca de ocho años, el Congreso Nacional tiene como lema ser abierto, plural y democrático. La historia que conozco por haberla experimentado en el 2006, me lleva a recordar que el llamado primer poder del estado es la instancia más antidemocrática en contraposición a su poder de representación alcanzado por el voto de la ciudadanía como máxima expresión de los derechos políticos alcanzados. Allá por el 2006, se criticaba el entonces reglamento interno, en el 2014, se realizó la reforma para llamarse ahora Ley Orgánica del Poder Legislativo con la condición “sine quanon” de contener todas las condiciones de abuso de siempre y entonces aplicar el dicho popular aquel de “aunque la mona se vista de seda…”. En los últimos cerca de ocho años del desgobierno de turno, se han agravado los excesos que la ley contempla y promueve, para dar paso los precarios resultados a nivel nacional e internacional, producto de la agenesia