del antisistema
Al parecer el diseño del
sistema legal de una parte considerable de los países que ocupamos este Continente
está orientado a la práctica histórica de la “omisión perniciosa”, de la
aplicación de la justicia tardía o simplemente del incumplimiento de la justicia
que causan el crecimiento de los índices de corrupción e impunidad como
disfuncionalidades sistémicas y sistematizadas de gobierno ¿o desgobierno?
En algunos países, el sistema
se diseña para que no pase nada extraordinario que comprometa el “modus
operandi” y el “modus vivendi”. Como las sociedades se han convertido en
receptoras y avales de placebos, conformados por la promoción de acciones que
simulan “reducir” la repitencia de las disfuncionalidades del Estado,
independientemente que se autodenominen “democráticos”, “cuasi-democráticos” o
en su expresión más lapidaria y de amenaza latente de “dictaduras democráticas”.
En el caso de este país que
habitamos, ha sido “obligado” por tratados internacionales de lucha contra la
corrupción y la impunidad, para generar mecanismos que “pretenden” desde su
función propagandista crear un marco jurídico capaz de luchar contra el olvido
y la omisión y que, a la vez, se consolide como un sistema ¿o antisistema? que
cuenta con el interés político y que en ocasiones muy repitentes, ejerce
acciones subterfúgicas que después de dar tres pasos al frente, dan cuatro
pasos hacia atrás como muestras de la involución en la lucha de flagelos que
nos postran en la consecución de un bienestar económico que beneficie a la
colectividad que agrupa al 30-35% de ciudadanos que repetidamente insisten no
tener filiación partidaria alguna.
De este proceso regresivo participan
las cúpulas políticas que históricamente se han distribuido el ejercicio del
poder y que a la fecha les distingue solamente su nombre partidario y su “propaganda
ideológica” porque en la práctica se coluden para la repartición tripartita de
la administración pública, con el soporte de sus legisladores que al amparo de
su función constitucional tuercen de manera velada la interpretación y la aplicación
de las leyes. En este caso particular con la creación del antisistema de lucha
contra la corrupción y la impunidad, han aflorado una diversidad de expresiones
e intenciones legislativas y judiciales constitucionales ¿fe de erratas,
recursos de inconstitucionalidad, amparos que resuelven más allá de lo
solicitado, evocación de considerando como parte de la resolución (novedad
jurisprudencial al parecer de los entendidos) y cualquier otra medida gris) que
le socavan y buscan dejar la misma como un mero accesorio que sirva a la
opinión pública como otro placebo más.
La lucha por el antisistema es
constante y férrea desde la cooperación internacional buscando persuadir a la
tradición política por cambios radicales en la cultura organizacional que “absorbe”
a las nuevas generaciones, porque pensar y actuar diferente es firmar su propia
“carta de defunción” que “inhabilita” y “condena” al ostracismo y pocas
personas como excepción de la regla, permanecen incólumes ante tal fatalidad.
En una buena medida es cierta
la consigna que las organizaciones civiles esgrimen públicamente de que “los buenos
somos más”, lamentablemente como regla y no como excepción, la mayoría de las mismas
y muy probablemente ninguna, pueden presumir de tomar baños en el Ganges y erigirse
como referente en su función terciaria fundacional, sin embargo es la oportunidad de contribuir con auditorías ciudadanas para aquellas que se logran desmarcar de la cooptación gubernamental presente.
Bajo esta referencia resta
esperar porque el antisistema se consolide a pesar de la oposición política
cavernaria que en la zona gris procura continuar con la corrupción y la
impunidad como “modus operandi” y “modus vivendi”.
En espera de lograr resultados
que conlleven al enjuiciamiento no solo de los adláteres y emulando los países
vecinos, veamos enjuiciados con el debido proceso a los principales autores
intelectuales del saqueo del Estado como mala práctica colonial y entonces “resplandezca”
el sol que venza la oscuridad milenaria que nos cobija y cuando eso acontezca, ojalá
no optemos por sacarnos los ojos como los conejos de “Fábula” de Jorge Luis
Oviedo.
Entonces si el antisitema no es real, es "ficción".
Del adagio: “la codicia rompe el saco” y la misma no tiene ideología.
Del adagio: “la codicia rompe el saco” y la misma no tiene ideología.
Denis Fernando Gómez
Rodríguez
10
de junio de 2018
¡Felicidades
Denis Alberto! por la celebración de tu cumpleaños. Filipenses 1:6
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