de vestir "ocre-medio"


El artículo 5 de la Constitución de la República donde habito, establece que el gobierno debe ser de integración nacional. En la práctica histórica se queda a nivel de declaración nada más, porque cada partido político que ha gobernado y gobierna no han cumplido, ni cumple con la máxima. Al contrario en la gestión pública se emplea uno de los mecanismos más “insignes” de los pueblos menos educados y menos democráticos, conocido como el sectarismo político.

Ese sectarismo no reconoce valores democráticos, no acepta que los demás piensen diferente, descalifica y en ocasiones condena al “olvido”, al ostracismo a los opuestos, independientemente de sus competencias, sus conocimientos y sus experiencias. Lo anterior como patología propia del sistema  y de quienes obviamente, conforman los institutos políticos sean estos, centenerarios y longevos, minoritarios y en media edad y los otros minoritarios de nuevo cuño.
Ante el desplazamiento forzado de la experiencia, del conocimiento y de la buena práctica, aparecen los activistas, unos refinados, otros no tanto, unos con educación, otros con su ausencia, que realizan la gestión pública vestidos con el color partidario y con aplicaciones “ocre-medio” y que lejos de actuar como catalizadores, se convierten en agentes retardantes y “colectores” no oficiales, ni legales, de la “coima” (excepciones confirman la regla) como un modelo “sui generis” de extorsión oficial, no perseguido y menos penado por la ley.

Para salir de los niveles de atraso históricos y actuales, el país requiere que los gobernantes sobrepasen ese sectarismo que promueven y financian y se gestione el Estado con sus mejores hombres y mujeres, los más calificados, los más aptos, los más probos (donde la probidad no es una virtud), los menos “opacos”, los no corruptos y los que no ejercen, ni promueven la impunidad. Hay que volcarse a darle el beneficio de la duda a la pluralidad y la inclusión no sectaria, tampoco partidista para intentar dejar las prendas del “ocre-medio” y nos vistamos entonces del color de la Patria.

Para lo anterior, necesitamos hacer esfuerzos serios en educarnos en democracia y vencer así, el apotegma que el Sabio Valle pronunció en su momento y de manera parafraseada lo plasmo: “La educación es la primera necesidad del Estado”. Hoy en pleno Siglo XXI, sigue siendo una verdad, es muy real,  agravada y deteriorada en su aplicación como carencia para el desarrollo y de igual, en su acepción política-electoral, ya colapsada y con la ingente necesidad de rehabilitación.

Esperemos que aquellos que nos gobiernan y en ese proceso, nos desgobiernan, decidan que la declaratoria del artículo 5, deje de ser parte de la retórica y se convierta en una realidad funcional-orgánica y al alejarse del sectarismo, se promuevan  a los mejores compatriotas, a los probos para que conduzcan los asuntos del Estado con la mayor inocuidad, asepsia, transparencia y con el irrestricto respeto, apego y cumplimiento a la Carta Magna y las leyes secundarias. De esta manera tendremos un esbozo, un asomo para  vencer la opacidad/lo gris que estimula y genera los inimaginables niveles de corrupción e impunidad que nos cobijan y ahora desbordan dejándonos en un estado de indefensión plena.

Esperemos que antes que finalice la legislatura actual, uno de los partidos políticos o algunos, o al menos uno de los diputados presenten un proyecto de decreto que entre otras líneas establezca (1) “que el sectarismo, la corrupción y la impunidad al no tener ideología son inconstitucionales... y (2) vestir de “ocre medio también”.



De repente es pedir mucho, salvo que aparezcan los votos rurales y como hace un año, reviertan la tendencia sectaria que cada cuatro años busca solucionar los problemas… los propios, por cierto, no los del País.

Como enunció Sor Juana Inés de la Cruz: "Yo no estudio para saber más, sino para ignorar menos" 



Denis Fernando Gómez Rodríguez
27 de noviembre de 2018
De donde en el país grande del Norte denuncian la existencia de un cartel oficial, así como allá ¿?


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