de "fingir demencia"...
... ¿o padecerla?
La demencia es la
perturbación o pérdida de las facultades mentales al alterarse la
memoria, la razón y la conducta por diversas condiciones especialmente en la
vejez, de las cuales el Alzheimer es uno de los tipos más frecuentes.
En sociedades como
las nuestras una acepción de esta patología se “manifiesta” en la vida diaria caracterizada entre otras anormalidades por ser la región
continental con mayor desigualdad en la distribución de la riqueza, por ser la más
corrupto y también la de mayores puntajes
de impunidad. Los indicadores anteriores nos provocan, con excepciones a la regla que seamos vulnerables en nuestras conductas diarias a eventualmente fingir demencia o de repente a padecerla, especialmente en su acepción política.
En el caso particular de las coordenadas que ocupamos, sin aspirar, ni pretender ser los únicos en la excepción que confirma la regla, nos "conformamos" con la debilidad/fragilidad de lo que llamamos democracia electoral, entendiendo además, que pocos países han logrado dar pasos significativos y menos “altamente significativos” que permitan trascender de tal estadio a uno pleno como estado de derecho y derechos humanos.
En el caso particular de las coordenadas que ocupamos, sin aspirar, ni pretender ser los únicos en la excepción que confirma la regla, nos "conformamos" con la debilidad/fragilidad de lo que llamamos democracia electoral, entendiendo además, que pocos países han logrado dar pasos significativos y menos “altamente significativos” que permitan trascender de tal estadio a uno pleno como estado de derecho y derechos humanos.
De acuerdo a una investigación de la Universidad de Puebla en el 2017, los países que ocupan los primeros trece países con mayor impunidad en el mundo son Filipinas (1), India(2), Camerún (3) - fuera de esta zona geográfica-, México (4), Perú (5), Venezuela (6), Brasil (7), Colombia (8), Nicaragua (9), Federación Rusa (10), Paraguay (11), Honduras (12) y El Salvador (13).
Las “disfuncionalidades
que se conocen, reconocen, pero también de manera simultánea se niegan por la
omisión que provoca un “imaginario colectivo” que busca no alterar el “status quo” y nos enajenan alterando la razón y la conducta, al grado que las violaciones
constitucionales son tan “normales” (¿o anormales?), cuya única unidad
de medida es la moral de situación que determina que independiente del partido
político, en su afán de avaricia y poder determine que lo que ayer era prohibido,
hoy es válido y legal ¿o cuasi-legal?.
Con esa condición "per se" no hay respeto a la ley, tampoco existe justicia que valga, porque aparte de
representarse la misma con una venda en sus ojos, en señal que en la aplicación
de la misma no existen personas privilegiadas en la praxis como dicen los
progresistas, el apósito tiene filtros tricolores (¿…?) que les hace
seleccionar las inmunidades partidarias que causan que a la fecha que ninguna
persona violadora de la Carta Magna haya sido acusada, menos juzgada y peor condenada.
Sin duda que temas y ejemplos patéticos sobran,
por lo tanto, ninguna persona de las que han gobernado o gobiernan ¿o
desgobiernan? Lucen bien al asumir poses poses de inocuidad y asepsia que les
denota los síntomas inequívocos de fingir demencia… o en el peor de los casos padecerla.
Y Usted mi atento lector ¿qué decisión tomará
al respecto?
En el cierre y
para pensar:
“El zorro condena a la trampa, no a sí mismo”
William Blake
Denis
Fernando Gómez Rodríguez
11 de agosto de 2019
De donde las audiencias públicas para elegir
funcionarios de alto nivel son mero placebo y por lo visto, leído y oído hasta ahora,
no dejarán de serlo... por lo pronto.
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