... como el "pan de yema"
Por
estas latitudes y altitudes hace un buen par de décadas atrás era costumbre
deleitar con el café, el famoso pan de yema, cuya receta estaba compuesta por
un producto 100 por ciento elaborado a base de huevo. La calidad era
indiscutible y degustarlo una experiencia sin igual al paladar, por lo anterior
y más se constituyó en un producto nostálgico con buen mercado en el extranjero
donde se encontraren los conciudadanos que por diversas circunstancias debieron
migrar del suelo patrio.
Con
el paso del tiempo los precios de los productos básicos de esta “indulgencia” “alzaron
vuelo”, como las aves que las producen. Ante esa escalada, los productores
artesanales o en “vías de industrialización” se obligaron a rebajar la receta e
iniciaron a usar sustitutos como el colorante que da la impresión del pan
original, pero que al degustarse refleja la ausencia plena de la originalidad, la calidad y la veracidad que marcaba
prestigio y valor.
A la
fecha del comentario el pan de yema de hoy es solamente una memoria del
recuerdo, cuando leemos en la vitrina el anunciado no podemos negar que del
sabor y de la composición original solamente queda el colorante que sustituye a
la yema, nada más. Sin embargo y pese a no desconocer esa realidad, nos acoge
una especie de “fingir demencia” (pero no senil) y aceptamos el mercadeo del
producto quizá con la esperanza que el huevo, su sabor y su color, aparezcan
como por acto de prestidigitación.
Como
el “pan de yema” de hoy, es la actuación de la particular de aquel segmento de
la población que por designación de la mayoría (a veces de la minoría) simulan representar
la voluntad popular y por designación de la carta magna tienen la
responsabilidad de nombrar personas que ejerzan cargos de alto rango; antes
como lo establecía la costumbre legislativa y ahora “cosmetizada” bajo el
supuesto de elegir entre otros “artilugios” la llamada idoneidad. A los
procesos de la elección de los altos funcionarios para impartir la justicia
suprema, lograr que la política sea limpia, que la información sea pública (no
secreta) y la defensa pública del pueblo han demostrado que los procedimientos
son más como el “pan de yema” de hoy,
porque los nombramientos se conocen desde siempre, aunque pretendemos “fingir
una cierta demencia”, talvez alucinando
que la transparencia, la meritocracia y la idoneidad se presenten como por acto
de prestidigitación aunque del sombrero solamente
saldrán el conejo, la paloma, la zanahoria y tantas cosas más que cumplen el
guión de siempre.
De
momento nos entretenemos en la elección de altos funcionarios de las
instituciones que conforman la función electoral, donde las sorpresas serán
pocas y donde se requieren, desde siempre y hasta hoy… todavía “mañana” que las
decisiones
políticas generen cambios reales las condiciones técnicas venzan a los
padrinazgos militantes y gocemos de la mayor asepsia e inocuidad de quienes
deben velar, de manera general, por el cumplimiento de la Carta Magna y de las
leyes secundarias y de manera muy particular y dedicada a lo que nos ocupa, cumplan
con los indicadores internacionales que definen elecciones auténticas y
democráticas para darle “vuelta” a la sentencia lapidaria de la misión de
Observación de la OEA donde observaron una elección de baja calidad técnica
y con la incertidumbre que las dudas de la misma hayan sido esclarecidas ¿…?.
Las mujeres y los hombres que sean electos por al menos 86 padrinos (sin demeritar
sus competencias mínimas, menos criminalizar su simpatía partidaria), tendrán
enorme reto y tarea, a la espera que además de cuidar los votos de su partido
político (serán de nuevo representantes) , tengan la “continencia” suficiente para
no “cooptar” ¿”asaltar”, “capturar” o “robar”? los votos de sus contrincantes (no
de sus enemigos) y en ese eventual y poco presumible escenario venzamos la “opacidad”
¿u oscuridad? y entre otros indicadores, la transparencia sea “REAL”, caso contrario será mera “FICCION”, esa que desde tiempo ya y por
lo pronto nos arropa, desdobla y agota.
Sin
duda los procesos anteriores y el presente/pasado (después del nombramiento)
han sido y son como el “pan de yema” de hoy... parece, pero no es.
Como
dicen algunos y yo, repito: “por la
víspera se conoce la fiesta”.
Al cierre y para reflexionar:
«La democracia es el proceso que
garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos». George Bernard Shaw
(1856-1950).
«El
elector goza del sagrado privilegio de votar por un candidato que eligieron
otros». Ambrose
Bierce (1842-1914).
Denis Fernando Gómez
Rodríguez
Tegucigalpa
Honduras
5
de septiembre de 2019
A
días para que de cinco integrantes en la familia, quedemos tres. ¡Buen viaje Fernando
Alfredo!, que alcances el buen éxito de
Nehemías y constates que “es mejor el fin del negocio que el comienzo” como dice en Eclesiastés.
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