de la “nueva normalidad”
La nueva normalidad es el
nuevo nombre que se ha dado a todo lo que sucede actualmente con el tema de la
pandemia y que sucederá después de aplanada la curva y completadas las fases de
contagio, como lo han expresado quienes entienden; pero también lo que
pretenden entender, como una respuesta a las secuelas que la crisis dejara.
En el desarrollo
organizacional, que aplica a cualquier tipo de organización, se maneja que en
las sociedades lo único constante es el cambio, pero ese cambio debe ser
manejado de manera planificada y siempre existe la resistencia cultural al
mismo cambio.
Sin duda, que la pandemia
desde ya ha modificado las maneras de convivencia social y familiar, las formas
de hacer negocios, los patrones de consumo, las medidas de higiene y cuantas
situaciones más del diario vivir. Lo anterior, ha forzado cualquier resistencia
al cambio, obligando a buscar las medidas preventivas y remediales que permitan
adaptarse lo más rápido posible a las nuevas condiciones impuestas por tan
efectivo y mortal virus que ha postrado los sistemas de salud de los países más
dotados de recursos económicos y ni mencionar el impacto de manera geométrica que
ha tendido en aquellos países con menos recursos y ni hablar de aquellos donde
el binomio corrupción-impunidad son parte del modelo de gestión pública,
especialmente en el continente con mayor desigualdad en la distribución de la
riqueza como es este donde nos ubicamos.
La
crisis sanitaria y humanitaria, ha impactado a nivel global en todos los ámbitos
imaginables ¿e inimaginables? ocasionando severos daños y por supuesto conflictos
para encontrar cómo sobreponerse a las fragilidades expuestas que implican sin
duda, la necesidad o más bien, la obligación de innovar.
La adaptación a la nueva
normalidad tomará tiempo, requerirá de la mayor disciplina que la educación
propia nos permita, aunque deberán existir medidas obligatorias y coercitivas
que complementen los rezagos que generen los conflictos por “default” (como
dicen los programadores). Si la ultima ante penúltima Pandemia registrada fue
en el 2018, la actual nos obligara a lo mejor a definir el tiempo en dos etapas, antes y
después del Coronavirus.
Las personas entendidas de
los diferentes campos del saber afirman que la nueva normalidad será un cambio
de 180 grados (no de 360) a nivel de las relaciones sociales, personales,
familiares; a nivel de la economía, del funcionamiento del la oferta, la
demanda, el mercado de bienes y servicios, el transporte, la alimentación, la recreación
y demás que usted identifique y amplié.
Existe una discusión que si
los humanos seremos mejores o seremos iguales o peores de insensibles a la mala
administración del medio ambiente y conexos que hasta meses atrás hemos
gestionado. El reto y la tarea por demostrar mejoría está por verse y con
reservas.
Sin duda que este virus nos ha
colocado de rodillas, a una civilización que presume sus pretensiones de
conquistar Marte y el resto del espacio, de desarrollar las redes de quinta
generación conocidas popularmente como 5G y todas aquellas otras pretensiones como
las que buscan poner en práctica los estados en relación al control biométrico del
“estado vigilante” como modelo de dominio del por ahora tímidamente llamado
nuevo orden mundial.
A nivel general y de manera en
nuestro suelo patrio, esperamos que en la nueva normalidad se aplique a quienes
gobiernan (y a quienes aspiran) a “tener
las manos limpias”, y “guardar
distancia” en el manejo de los fondos del estado y en la costumbre de las
deformadas asociaciones “i-lícitas” que en el ocio y la perversidad han labrado
para el saqueo del erario.
Entonces aspiremos por ver
el sol (después de una centenaria oscuridad causada por el histórico latrocinio
impune de quienes en sus pretensiones de gobernar, nos han desgobernado) y si
esto llegaré a suceder (restricciones o grandes dudas aplican) no nos vayamos a
sacar los ojos porque nos acostumbramos a la oscuridad, parafraseando “Fabula”
de Don Jorge Luis Oviedo.
Bienvenida la nueva
normalidad y las medidas que la misma precise, entendiendo que las crisis
provocan cambios y conflictos. Y que en la búsqueda de respuestas trascendamos de
la precariedad actual a una convivencia más solidaria, más proba, más
respetuosa del medio ambiente, de la ley y ojalá una vida más a la humana… ojalá.
“La corrupción durará lo que
tarde la IMPUNIDAD en desaparecer”, en adaptación personal a un
párrafo de una de las canciones de un célebre español.
Denis Fernando Gómez
Rodríguez
8
de mayo de 2020-
Honduras
C.A
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