"de medias verdades y..."
En el país donde vivo, el
Estado se gestiona desde su fundación, en la disfuncionalidad histórica de la
legalidad versus la ilegalidad, que además no tiene ideología y entiendo, que
no es el único, otros tienen mayor, igual menor incidencia de esta triste
realidad.
En el área
política-electoral, existen dos partidos políticos con edades centenarias,
denominados mayoritarios; tres partidos políticos de mediana edad, que al no
crecer electoralmente son minoritarios y después del Golpe de Estado al
Ejecutivo, como lo denomino técnicamente la Comisión de la Verdad y la
Reconciliación, cuatro partidos nuevos (dos de ellos con un significativo caudal
electoral obtenido en las elecciones generales 2013 y dos que no cumplieron, de
acuerdo a la Ley Electoral, con los requisitos mínimos para mantenerse como
partidos, pero reinscritos por un ámparo a favor que la sala constitucional de
la Corte Suprema de Justicia, les otorgó).
Las elecciones primarias del
2012, se caracterizaron, entre otros detalles, porque en uno de los tres
partidos políticos, el nivel presidencial no tenía competencia (una de las
características de las elecciones democráticas es que exista competencia en
igualdad de condiciones), sin embargo el ente rector electoral, realizó la
respectiva, transmisión de resultados, a un costo aproximado de 40 millones de
Lempiras. Lo anterior, debido a que el Gobierno de turno ¿no pudo, no supo o no
quiso? definir los techos de la reparación por el golpe.
El 2016, ese mismo partido,
asistió a elecciones internas con igual “diseño electoral”, con la
particularidad que en esta ocasión a nivel de la coordinación general: Hoy en
el 2017, recién se repitió una elección interna, de uno de los nuevos partidos
con igual característica de ausencia real de competencia. Lo anterior, después
de la rebeldía del fundador del mismo, ante las disposiciones del ente rector
electoral y del supuesto “apego” a la ley de la ahora presidenta del partido, quien
al final de la jornada comicial registró una participación marginal, de acuerdo
a los registros mediáticos y que independiente del monto verdadero de lo
“gastado” ¿…?, pone en juicio de duda la justificación de la realización de la mismas.
En esta temática, como en
otras, gobiernan “las verdades y …” , con la condición de esta práctica
inveterada no tiene ideología y con la curiosidad de que desde hace un buen
tiempo, ninguna institución estatal, partido político o persona, en el poder o
en el ostracismo, está realmente interesada
en cambiar esa matriz de conducta. Por ahora, es cuestión de
oportunidades y de sacar ventaja cuando se pueda.
En noviembre 26, el país
acudirá a elecciones generales, con las mismas incertidumbres de siempre (¿el
censo es real?, ¿votan las personas muertas? ¿se “matan, las personas vivas?, ¿las
tarjetas de identidad seguirán siendo botín de los partidos políticos con
“representación” en el Registro Nacional de las Personas?, ¿las credenciales de
las personas que estarán en las mesas, se entregarán en blanco?, ¿los miembros
de las mesas serán de los 10 partidos en contienda, o de cuatro, tres, dos o
uno?, entre otras disfuncionalidades vigentes del sistema electoral.
Adicionalmente, la escasa
credibilidad y confianza del ente rector
electoral, que a juicio de los partidos de oposición en alianza, puede ser
medianamente remediada, con la ratificación
de la reforma constitucional del artículo 51, que les concede el
nombramiento de un “representante", en calidad de Magistrado/a, para
evitar el fraude electoral que el partido gobernante ha montado con el
contubernio de la institucionalidad electoral, como mencionan a la saciedad los
partidos fuera del ente. Del asunto, el rumor de la calle es “que si no hay
ratificación de la reforma constitucional, no habrá nombramiento de los tres
Comisionados/as que administrarán la llamada, por la cooperación internacional,
Ley de Política Limpia”, lo cual, deja dudas porque uno de los partidos en
la alianza de oposición ha tomado cupo en el pacto de gobernabilidad (tienen ya,
un representante en el Tribunal Superior de Cuentas) y difícilmente obvien
tomar la oportunidad que la negociación política les confiere y que
eventualmente significa un cupo de tres comisionados/as que rectoraran técnicamente
la aplicación de tal normativa (es la esperanza o el “espíritu del legislador,
como suele decirse).
De momento se avizora un
proceso electoral complicado, que si no se gestiona con la mayor transparencia
y participación en igualdad de oportunidades ¿placebo?, podría generar actos de
violencia electoral. El Tribunal Supremo Electoral, tendrá un Consejo
Consultivo (artículos 41 y 42 de la Ley electoral, conformado por los partidos
políticos y las candidaturas independientes) convulsivo, y debe aplicar la
mayor sapiencia para que el escepticismo de la administración electoral no sea
la regla, sino la excepción.
Sin duda, el procedimiento
utilizado para “validar” la reelección por una sola vez, como en Estados
Unidos, como reza la consigna partidaria oficialista, se constituye en un
elemento que reaviva la polarización de la sociedad desde el 2009 y que por aclamación
del propio partido, negociada en contubernio con otros otros y con la resignación
de pocos, ya sentenciada.
Las consignas de algunas de
las personas contrarias a la “violación” de la Constitución de la República (algunas,
violadoras en otro momento de la historia), no cejan en mencionar que los
delitos de traición a la patria no proscriben, sin embargo, desde la fundación
del Estado y hasta la fecha, día y hora de este escrito, ninguna persona ha
sido sentenciada, menos penada por la sistematizada violación de la
Constitución, que no tiene ideología .
Para Robinson y Acemoglu, en
su libro “Por qué fracasan los países”: Estado
de Derecho no es sinónimo de aplicación de la Ley. Sin duda alguna, la
expresión trillada: “ninguna autoridad/nadie, está por encima de la ley,
seguirá siendo mero placebo, porque ante la espera de que “excepciones aplican”, la mayoría de los "intermediarios civiles", ante la vista y
paciencia solamente observan y aplauden.
De todo lo que se diga, escriba
o haga, en el ámbito político-electoral será siempre, ¿por definición? ¿o por
conducta histórica?: “medias verdades y…”; por supuesto se espera, como en el idioma, se aplique aquella frase que "las excepciones confirman la regla".
Como en docencia, "El maestro enseña lo que sabe, pero solamente reproduce, lo que él, es" ¿...?
Denis
Fernando Gómez Rodríguez
23
de mayo de 2017
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