¡en nombre del pueblo! ¿sofisma?
Un sofisma es un “argumento
falso que se pretende hacer pasar por verdadero”.
La historia nacional refleja
que desde la fundación del Estado y hoy con mayor frecuencia e intensidad se ha
convertido la expresión ¡en nombre del
pueblo! en un estribillo y una consigna de los grupos que ejercen el
derecho a la protesta consignado en La Constitución de la República (no la de
la dimensión del “librito como menciono un “célebre” oficialista, días atrás)
esgrimen como excusa para sus acciones propias de revindicar sus intereses.
Con la repetición incesante y
sistematizada de tal consigna, los alzados en protesta la convierten en una
especie de “mantra” ("instrumento
mental") que, al desencadenar sentimientos psicológicos, capta simpatías
colectivas y las instrumentaliza hasta eventualmente provocar exacerbación
colectiva y generar violencia.
Semanas atrás un sector de la
población dedicada al transporte enarboló la bandera colectiva porque el
gobierno central rebajará de manera considerada el porcentaje del tributo a los
combustibles o bencinas; sin comprometerse bajo ningún punto a rebajar el costo
de transporte que la mayoría de la población utiliza y que sin capacidad
económica para adquirir con solvencia la canasta básica de alimentos, menos
oportunidad tiene para adquirir y sostener un automotor. La actuación de los
empresarios (algunos ex aspirantes a cargos de elección popular de los partidos
centenarios) y de las autoridades fue de acuerdo al guion ¿”de compadre hablado”?
logrando manipular “pasiones” de los que como de costumbre inveterada están en
contra y los que están a favor; se paralizaron entonces y la protesta “pacífica”
cruzó la línea delgada de la toma de carreteras y vías de acceso, afectando el
libre tránsito de la mayoría que “defendían”, como suelo suceder cuando otros gremios
o partidos políticos adoptan estas medidas como presión.
Los días de las protestas han
quedado en la historia, el gobierno de turno logró sofocarla con sus
dilatorias, con el cansancio provocan y con las “negociaciones secretas” con la
diversidad de grupos de transportistas por zonas urbanas e interurbanas, logrando
desarticular de manera rápida la “lucha colectiva”. Al claudicar los dirigentes
de la protesta, como suele ser la historia de por acá, hicieron que la consigna
y el estribillo fuese un mero sofisma, porque al final del asunto no “ganaron”,
pero tampoco “perdieron” ¿…? Quienes sí perdieron tiempo, esfuerzo e ingresos
fue la colectividad nacional.
Bajo esa "excusa" como argumento grupal que no
tiene ideología, la reciente "tragicomedia" confirma la máxima que el estribillo
y la consigna no es más que una falacia, por lo pronto.
A la espera entonces para que llegue el día que se cuenten los “votos rurales” de la ciudadanía no sectaria-partidaria
y permitan la emancipación del pueblo, de los sofismas y de los grupos que sin
ideología las practican y promueven para beneficio de su colectivo o propio.
La
vida es una obra teatral que no importa cuánto haya durado, sino lo bien que
haya sido representada. Séneca
Denis Fernando Gómez Rodríguez
14
de agosto de 2018
Después de 15 pláticas,
las aspiraciones del “diálogo” siguen siendo “mortinatas”.
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