¿menos armas?



La pandemia actual ha desnudado la precariedad de los sistemas de salud en los países que económicamente se denominan desarrollados y agravada la misma, en aquellos subdesarrollados (y sin esperanzas de desarrollo) alcanzando niveles insospechados de pánico, que obviamente se profundizan en estos últimos, que formamos la plataforma continental con mayor desigualdad del mundo.

El nivel de pánico se ve fácilmente multiplicado, entre otras razones: por la desinformación, por las noticias falsas y por la misma precariedad histórica de los sistemas de salud, que salvo excepciones, confirman la regla continental.

Particularmente en estas coordenadas geográficas donde habitamos, en los últimos 12 años de gobierno, se ha invertido el presupuesto del estado en maximizar el gasto en la seguridad militar y en la pública en detrimento de la inversión en salud y en educación. Desde 1969, el país no se encuentra en conflicto bélico en ninguna de las siete fronteras que tiene (terrestres y marítimas), pero quienes han intentado gobernar. Han desgobernado y desgobiernan, han hecho un vacío en ampliar la inversión en el sistema de salud y en el sistema de educación y en su defecto han reducido sus presupuestos llevándoles a la extrema de la precarización.

El poder ejecutivo y el legislativo se han enfocado en el robustecimiento de todo un sistema militar-policial que consume el presupuesto como si nos encontrásemos en condiciones bélicas permanentes, pese a las precarias condiciones económicas financieras de un estado, que pese a esa disfuncionalidad hoy cuenta con un avión presidencial y un buque de guerra como dos exponentes, de momento, del pensar y sentir castrense de quienes gobiernan. Lo anterior ha generado que voces disidentes a esa ola de gasto público pidan “menos armas… más salud y más educación”, condición que retoma su validez y pertinencia porque se percibe que el temor mayor de los connacionales, no es solamente infectarse, sino que cuando suceda no existirán ni los insumos, ni los materiales, ni el equipo optimo para salvaguardar vidas. Como señal inequívoca de lo anterior, quienes gobiernan y “administran” la crisis sanitaria, compraron no los ventiladores mecánicos que las normas internacionales indican para estas emergencias, sino simplemente los que encontraron y que sirven para otro tipo de casos. En otras palabras “compraron por comprar”, así como cuando el dinero sobra y hay que cumplir con el adagio aquel de “hay que taparle el ojo al macho”, nada más nefasto y contrario a la expectativa de buen uso de los millonarios fondos públicos que se han agenciado.

 En un escenario optimista un sector de la población esperemos que quien gestiona el gobierno y sus adláteres en el Congreso Nacional hagan, como excepción a la regla de la denuncia de lo contrario, (1) el uso adecuado de la cantidad millonaria que se han adjudicado por decreto, por donaciones internacionales y nacionales, (2)que se “aíslen” del cobro de la comisión del 30% (una forma elegante, ejecutiva, perversa, corrupta e impune, de otra modalidad sofisticada de “impuesto de guerra”), (3) que se abstengan de la inveterada práctica de la mimética condición de ser “contratistas-contratantes/contratados”, (4) que rindan cuentas del erario (con la supervisión de entes que no les sean afines) y (5) que desistan esa costumbre de siempre de los que han intentado gobernar y desgobiernan, sin excepción política-ideológica, de que las ayudas con dinero estatal, llevan la marca de quien gestiona a nivel ejecutivo, o legislativo como un ventaja malsana y un abuso de poder de hacer parecer suyo, el dinero que hemos tributado todos los contribuyentes obligados.

En adición, esperemos desde el Congreso Nacional, la sumatoria total de voluntades para la redistribución del presupuesto y entonces ojalá, seamos testigos presenciales de que la voluntad política será tal que emulará la prontitud y eficacia de cumplir con la petición de menos armas… y más salud y más educación”, con la misma celeridad (a), prontitud (b), precisión (c), esmero (d) y prestancia (e) de cuando construyeron la coartada contra la Maccih.

Que la esperanza de este comentario sobrepase la ficción que nos agobia y entonces sea haga real, si no es real será ficción. Esa misma que ya nos sobrepasa y agobia y da la impresión o percepción que nos lleva camino a condenarnos  a vivir en un país remilitarizado, con la amenaza latente de convertirse en una dictadura comicial y con síntomas profundos de involución democrática como una modalidad de epidemia local.


Para la reflexión
“El dinero alcanza, cuando nadie se lo roba” /Nayib Bukele, Presidente Constitucional de la República de El Salvador




Denis Fernando Gómez Rodríguez
Tegucigalpa, Hondura; Centro América
25 de marzo de 2020






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