que el dinero "ajuste"
En
administración se menciona con frecuencia que la palabra crisis en sociedades
orientales tiene dos acepciones: la primera que significa peligro y
la segunda, que representa una oportunidad.
En
las sociedades latinoamericanas en general, ¿existirán excepciones que
confirmen la regla?, las crisis tienen una connotación muy particular de
oportunismo ante la emergencia y posteriormente, de una puerta abierta para
celebrar actos de corrupción acompañados de una impunidad sintomática.
Sin
duda las sociedades de este continente desigual, unas más que otras, han
estado, están y de repente, proyectan estar ajenas a las verdaderas normas de
manejo del erario, sin asomo de un verdadero ejercicio de probidad en cumplir
con las buenas prácticas mínimas para administrar los fondos de la emergencia.
En
uno de los países vecinos al donde habito, el mandatario ha mencionado de una
manera inusitada que “el dinero alcanza
cuando nadie roba”, lo cual, se constituye en un verdadero reto al
considerar que la historia de este istmo es conocida por la disfuncionalidad
histórica de la escasa o de la ausencia plena de la probidad. Sin duda, tal
sentencia se vuelve todo un reto para el mencionado mandatario y también para
sus vecinos más próximos e inmediatos.
De
manera local, este es un nuevo reto que los encargados del manejo de las crisis
y sus presupuestos suelen obviar al hacer caso omiso de las expectativas de la
ciudadanía en general. Es oportuno recordarle a quienes gobiernan desde la
función, ejecutiva y la función legislativa, para el tema del momento, que la
población que no es parcial a ellos, espera que las cantidades millonarias de
dinero gestionados por la emergencia de la pandemia alcance porque todos los
administradores de la misma, se aíslen, como en cuarentena, y eviten robarse el
mismo, bajo ninguna de las modalidades históricas que se han practicado y
practican.
Una
de las curiosidades de la emergencia es que solicitaron dinero para construir
hospitales (omitiendo que los que existen no tienen en su mayoría las
condiciones en equipos e insumos mínimas para el manejo diario y común, menos
para una emergencia sanitaria como la que padecemos). Semanas después la
persona titular de la Secretaría del ramo, admitía que el país no está en la
capacidad para construir hospitales. Esta lapidaria sentencia refleja que
existen quienes instrumentalizan la emergencia (excepciones a la regla, aplican)
y “apuestan” a la ausencia o a la pérdida de memoria- agnesia de la
colectividad o en el peor de los escenarios es fruto sintomático de fingir
demencia.
De
la auditoría de los fondos se ha excluido a los del ente anticorrupción,
dejando el esbozo de una “leve” duda del compromiso con la práctica de principios
básicos de probidad (¿qué es esto?) considerando que las cuentas realizadas
desde el tribunal superior no han cuadrado, ni cuadran y que los convocados
para tal efecto son acusados de apéndices de quienes gestionan ¿“congestionan”?
la crisis provocada por la pandemia de turno.
La
lucha local contra el virus letal y avasallador no es fácil sanitariamente
hablando, menos de una buena práctica administrativa porque 100 años de
historia y más reflejan que de la salud poco interés, porque el mayor interés
gestionado por la mayoría (excepciones confirman la regla) ha sido el de las
cuentas bancarias personales (así como las del abaco chino, como eran las
cuentas en los comercios de antaño) producto de las “coimas” por la
intermediación de aquellas personalidades que se destacan en la extorsión, la
coerción y la coacción públicas, ya sea en sus expresiones individuales o colectivas.
Será
un reto para muchos países del Continente, “que el dinero alcance… porque nadie
robe” y del que habito ni hablar. Probablemente la sentencia sea una utopía más
que nos de esperanza de que de esta crisis mundial y coronaria saldremos vivos,
fortalecidos, convencidos y cambiados para administrar mejor el planeta y las
relaciones humanas, entre otras condiciones de las “listas de deseo” vigentes que
el aislamiento social-el confinamiento- provocan la nostalgia de reconocer que
a pesar de nuestros egos, somos finitos… pero también breves.
A la
espera que el gobierno y sus adláteres se sitúen en cuarentena y que antes de
malversar los fondos públicos, “se aíslen/se queden en casa”, para que el dinero ajuste para combatir la emergencia
(se compre lo que se tiene que comprar y no solo “comprar por comprar” como
mecanismo de ventilación presupuestal) y entonces nos sobrepongamos a la misma,
porque nadie se robe los millonarios fondos y finalmente, como excepción de la
regla, se rindan las cuentas públicas del caso. Si lo anterior sucede,
tendremos un motivo excepcional para que la ficción sea desplazada por la
realidad.
Que la crisis sanitaria del momento sea una oportunidad más que un peligro.
No olvidar:
“Porque
no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de
salir a luz” /Evangelio de San Marcos-La Biblia
Denis Fernando Gómez
Rodríguez
Tegucigalpa,
Honduras; Centro América
31
de marzo de 2020
En
tiempos de #quedateencasa, ánimo, disciplina y esperanza.
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