¿Oclocracia?

 

La oclocracia es el gobierno de una multitud o de una masa de personas a base de intimidación de las autoridades legitimas. La oclocracia se caracteriza por la ausencia al respeto a las normas civiles y a los procesos democráticos. En resumen el gobierno de la muchedumbre o de la plebe.

Esta degeneración de la democracia es cada día más palpable por estas coordenados geográficas que habitamos, donde se asoman sus síntomas con una pasmosa cotidianidad que preocupa. Otro concepto que aparece en este continente es el de sadismo de estado, que de momento menciono solamente para citar otra disfuncionalidad de la llamada democracia que cada día recibe amenazas de quienes dicen ser revolucionarios-progresistas, de quienes dicen ser de centro ambidiestro y de quienes dicen ser conservadores-retrógados; todos por cierto “demócratas”.

La oclocaracia es un peligro latente, no invisible, desde los inicios del nuevo gobierno de por acá, han aparecido los colectivos (y no de fútbol) quienes al son del estribillo d refundar como lema, parece refundir, en la acepción esa que significa liquidar. Esta estructura organizacional se encarga de los asaltos a las normas escritas de función pública y de conducta, han estado presentes en las demostraciones de artes marciales durante la instalación del congreso (que sigue siendo oscuro y cerrado) para imponer por la fuerza de la violencia las condiciones que omiten conscientemente las normas y las condenan a desaparecer por que la “multitud” manda y debe seguir mandando.

Los intentos por gobernar, cuando fallan se convierten en desgobiernos y sin duda, que el actual no se diferencia de la memoria histórica bicentenaria, añadiendo como “ventaja competitiva” que han construido y mantienen estructuras de choque que actualmente, se “preparan” para asumir el poder fuera de la estructura narcopartidista, fuera del marco legal, pero dentro de un narco-estado que no tiene ideología y también y en ese asunto, como se estila en los entrenamientos de fútbol aparecen los famosos y conocidos colectivos, solamente que los partidarios-partidistas-sectarios juegan al “carnudo”- al carne y hueso- al “chancho” y es cuando aparecen las patadas a diestra y siniestra para evitar que el contrario avance y se imponga.

Es frecuente cada semana ver la versión moderna de “brutus” el que aparecía en la serie animada de Popeye el Marino y lo que debe adicionalmente, preocupar a esta conducta primitesca y grosera es que ejecutivamente de facto, se promocionan y patrocinan impunemente generando una sensación térmica del clima político del país de más y mayor impunidad a la que decían condenar y prometieron combatir, pero por padecer miopía, astigmatismo y vestir de color ocre-medio han fracasado y fracasan en detremimento del único país que tenemos y que no es marca registrada, tampoco dominio de la familia vigente que desgobierna de acuerdo al artículo , ni de las colectividades que sostienen con fondos públicos.

Al final del cuento, por cierto, malo y peor contado, están siendo igual a quienes durante 12 años desgobernaron y saquearon el país. De momento, al parecer, la Cofradía en su acepción más grotesca, solamente ha cambiado el listado de los nombres que la conforman. Y ante la incapacidad de ganar el reto de la publicidad engañosa de las promesas de campaña, aparecen los colectivos y en ese juego, aparece el “carnudo”, “la carne y hueso” y el “chancho”.

La democracia de por acá no es que mejora y con estos asomos libres del respeto a las normas, deben preocuparnos porque en un escenario menos deseables serán los grupos de choque encargados de tomarse el poder, para después aplicar ese principio que gusta entre la mayoría de los políticos de este patio, también de los operadores políticos afines de que alcanzado el poder no se comparte.

La sensación térmica del clima político nacional parece como acostumbra, llegar a los 40 grados y el pulso de la nación como siempre, es acelerado y preocupante; ahora con grupos organizados que en el caos pretenden instalar con su intimidación violenta sus propias “normas”, sus propias leyes como un relato distópico que como los decretos legislativos, en su mayoría, nos “cuasi” o mejor nos condenan a la precariedad, a la barbarie y al ostracismo bicentenario que nos ocupa y preocupa.  

El león sería astuto si tomara consejo de la zorra”. William Blake

 

 

 

Denis Fernando Gómez Rodríguez

Honduras-Centro América

20 de mayo de 2023

 

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