“Vacatio legis”
Se dice del período de tiempo que transcurre desde la aprobación de una norma-ley hasta su entrada en vigencia, una vez publicada en la Gaceta como medio de publicación del Estado.
En el caso que nos ocupa, en el
Congreso Nacional cada una de las leyes que aprueba (idealmente como norma y no
como excepción como corresponde desde las últimas legislaturas y agravadas en
las últimas cuatro, incluida la actual) identifican el periodo de días que una
ley “descansa” previo a entrar en vigor.
Por acá, desde
el retorno al camino democrático, obviamente en su versión original criolla, la
calidad de la función de legislar del Congreso Nacional se ha venido “erosionando”-degradando.
Desde entonces, este Poder del Estado se ha venido convirtiendo en la oficina
de tramites del ejecutivo y en el acatamiento de tal disfuncionalidad, los
legisladores, hombres y mujeres han perdido la independencia de Poder, que ahora
a la sazón del tiempo han perdido el pleno uso de la razón para cumplir con las
funciones que la Constitución ya les asigna.
Ya no
existen debates con altura, que tengan suficientes e indubitables argumentos
que se acompañen de los fundamentos jurídicos y políticos. Ahora lo que abunda
son las manifestaciones primitivas, el insulto, la confrontación verbal y la
búsqueda de los espacios para dejar espacio público para que las aparezcan las conductas
“simiescas” de violencia y cada cual, de acuerdo con la ausencia de sentido
común y de inteligencia emocional presuma de su versión personalizada de “brutus”,
el de la recordada tira cómica infantil de aquellos tiempos, como antagonista
de Popeye el marino.
Un segundo
síntoma del deterioro de la función legislativa es la ausencia de producción traducida
en la creación de leyes o en la modificación que respondan al interés general
de la población, den respuesta a las deudas públicas bicentenarias y, por
supuesto, también deroguen aquellas leyes nocivas que al son del “espíritu del
legislador” son nefastas para el estado de derecho y la lucha contra la
delincuencia organizada, desorganizada y la de “cuello blanco”, la de cuello azul
celeste como el de la policía y la de cuello verde olivo de los militares, para
citar algunos de grupos regulares e irregulares que nos toca padecer y sufrir.
En la
actualidad, aparece en otras candidaturas de mención honorífica, la del “vacatio
legis” que los diputados han dado a su reciente final del receso mensual y de
más días. Las excusas en el poder del estado son variadas, el hartazgo de la
población también. Los altos salarios y prebendas que devengan los diputados no
corresponden con la escasa producción de leyes, tampoco con la errática asistencia
a sesiones y las evaluaciones comparativas del costo-beneficio de mantener 128
diputados propietarios y sus suplentes no dejan duda que desde tiempos atrás y
agravado hoy, significa mantener el Congreso Nacional es un gasto enorme-oneroso
e improductivo.
Esperemos
que los responsables de dirigir este poder del Estado reaccionen y lo que resta
de esta legislatura, decidan tomar la decisión política de determinar puntual y
claramente el “vacatio legis” de su “descanso” prolongado como uno de sus
escenarios que asoma desde el momento de la instalación de la primera
legislatura ¿tal vez? Y entonces, retornen a más que simular, a trabajar por
salir de la evaluación del índice de transparencia legislativa de ser en aquel
entonces “opaco y cerrado”, condición que a la fecha, día y hora de este
comentario no ha cambiado.
De momento
los padres y las madres de la Patria como se les suele identificar son
evaluados por la mayoría de la población un cero “circular y redondo”, como
figura geométrica que en el plano cartesiano figura, sin figurar, por
delegación concesionaria y como mero placebo. De esos que ya nos acostumbramos
a ver y que nos condicionan y por supuesto, nos adormecen por la “saecula saeculorum”.
Si la conformación
del Congreso Nacional es el reflejo de la población que lo elije, debemos poner
manos a la obra para cambiar la matriz de elección que lejos de sacarnos de las
honduras que habitamos, nos hunden y condenan.
Al cierre:
“Nadie tiene la memoria suficiente para mentir siempre
con éxito”. Abraham Lincoln
Denis
Fernando Gómez Rodríguez
Honduras-Centro
América
6 de julio de 2023
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de la Nación-primera parte: de la democracia criolla ¿ficción o
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