de la inteligencia artificial
Con el arribo pleno y definitivo a la vida diaria de la denominada inteligencia artificial, descrita en una de sus definiciones como un conjunto de técnicas, de métodos, de herramientas, y metodologías a través de un software de carácter algorítmico matemático con base probabilística, desarrollado para ser entrenado y realizar funciones que se consideran de inteligencia y por lo tanto, se comportan de manera similar a un humano en la resolución de problemas concretos.
El uso de la inteligencia artificial inicia en los años 50 con las investigaciones de Alan Turing; los años 80 se identifican como el largo invierno para la inteligencia artificial y es hasta en 1997 con el proyecto “Deep blue” con la contribución de IBM que permite el enfrentamiento de una partida de ajedrez entre una máquina contra el campeón Gary Kasparov. En el 2018 en Arizona, aparece el primer carro autónomo de Google
El uso de la Inteligencia Artificial, permite (1) mejorar la capacidad para la toma de decisiones de manera rápida y precisa, (2) mejora la automatización de los procesos, (3) la productividad, (4) la personalización del servicio al cliente, (5) la innovación y (6) la mejora constante de productos y servicios.
El uso de la inteligencia artificial permite la existencia de máquinas reactivas con memoria limitada (como los asistentes por voz), también las programadas para expresar emociones y lograr opiniones de manera autónoma y las máquinas con conciencia desarrollada (se acercan a la mente humana) capaces de aprender y mejorar el proceso de la toma de decisiones y la resolución de los problemas.
Entre las aplicaciones basadas en el uso de la Inteligencia Artificial encontramos: El Internet de las cosas (IoT por sus siglas en inglés), los automóviles autónomos, el Blockchain, el uso de los drones, el “Big data”, la computación cuántica, los asistentes virtuales de voz, los “chatbots”, los teléfonos inteligentes (Smartphones), los contenidos en las redes sociales (RRSS), las recomendaciones musicales, los mapas, entre otras.
Es oportuno definir que en el tema de la Inteligencia Artificial existen diferencias entre el “Machine learning” (ML) y el “Deep learning” (DL).El ML machine es una rama de la IA diseñado con algoritmos de regresión y árboles de decisión; reciben datos, reconocen patrones y predicen comportamientos-conductas. En cambio el DL es una rama del “Machine learning” donde los algoritmos imitan la conectividad del cerebro con redes neuronales, hay procesamiento de mayor cantidad de datos que mejoran la clasificación de estos, la predicción y las conclusiones.
A juicio de los conocedores, con el aparecimiento de la IA y la robótica, se crea la necesidad de establecer la legislación respectiva donde los robots o las máquinas, entre otras consideraciones, no podrán hacer daño, deben contar con interruptores de emergencia, no podrán generar relaciones emocionales. Así como deben ser clasificados legalmente, deben tener sus derechos y obligaciones y además, tributar a la seguridad social como un escenario ideal que acompañé la irrupción digital y cree reglas claras de su diseño, generación y uso adecuado de tan importante avance tecnológico que eventualmente evite el mal uso y sus respectivos efectos nocivos por falta de regulación y supervisión.
El escenario presente indica que la Inteligencia Artificial se ha instalado y que su avance dependerá de múltiples factores, sin olvidar que en regiones como la que habitamos deben reducirse las brechas del acceso a Internet de última generación y ampliarse la cobertura de los servicios. De igual, en tanto se zanjan esas distancias, corresponde informarse y formarse para “desaparecer” del imaginario colectivo ese fantasma de que este avance tecnológico nos pueda extinguir. Lo cierto es que quienes no innoven o actualicen sus conocimientos digitales y sus destrezas estarán sujetos a la obsolescencia laboral y al aumento de la precariedad ocupacional en este patio nos azota. Sin olvidar que si las condiciones presentes y proyecciones futuras no son reales, serán ficción. Esa misma que bicentenariamente y dos años después nos cobija, nos ocupa… y preocupa.
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