asepsia e inocuidad
El diccionario define en una de sus acepciones que la asepsia, es la ausencia de materia séptica (que no produce putrefacción - estado libre de infección) e inocuo es lo que no hace daño. Ambos términos definen condiciones preventivas en la salud y son usados en el campo de la medicina y en la industria de los alimentos.
En el campo de la
medicina es importante prevenir infecciones y en general, todo aquello que
provoque contaminación. En la industria de los alimentos, se controla la higiene,
la temperatura y el almacenamiento para de igual manera, evitar intoxicaciones.
Para los efectos de estas
líneas, haré una aplicación e interpretación altamente discrecional, similar a
la que aplican los jueces cuando van aplicar “el pacto de impunidad” que esté
vigente (por aquello de la moral de situción) a los sindicados en actos de
corrupción, pero para los efectos políticos, por cierto “ambidiestros”-de derecho
y de izquierda- se “traducen” los delitos comúnes como persecución política y
por lo tanto, aplica sin restricción la condonación de la “deuda”. En estas
condiciones se hace complicado desde hace un buen tiempo, acceder al compacto
de la cuenta del milenio y con sobrada razón.
Entonces, considerando
los antecedentes, no existen personas que ejerzan funciones políticas, tampoco
institutos que deban presumir de asepsia e inocuidad. Por estas coordenadas “
video, mata relato”, aunque sea de manera pública, porque a nivel de los
operadores de justicia no se considera prueba de “peso” suficiente para iniciar
la investigación contra los propios “compas” partidarios. De este “modus
operendi” la justicia no camina y las soluciones antisistema, tampoco.
En términos generales, aunque
excepciones confirman la regla, en la práctica política no existe asepsia, tampoco
inocuidad, por lo tanto, la probidad es una mala palabra y por lo tanto,
proscrita de la gestión pública. Nadie puede presumir con un alto grado de libertad, de bañarse en
el río Ganges, al menos, una vez al año.
Para iniciar una lucha frontal, real y no de “ficción”
contra la perversa corrupción, debemos concretar actos de gestión pública que
se revistan de la mayor asepsia y de la mayor inocuidad, que nos vuelvan a
encausar en el camino de la aprobación de los compactos de los fondos de la
cuenta del Milenio y aspiremos al desarrolo que nos merecemos y se nos niega
desde un bicentenario y después.
Desde donde la asepsia y
la inocuidad se mantienen distanciados de la práctica política, como norma y no
como excepción.
Al
cierre:
“La integridad sin conocimiento es débil e
inútil y el conocimiento sin integridad es peligroso y terrible”.
Samuel Johnson
Denis Fernando
Gómez Rodríguez
Honduras-Centro América
17 de diciembre de 2024
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