¿Fraude electoral?

 

Por estas coordenadas geográficas nos preparamos, idealmente, para realizar elecciones generales donde debe elegirse al presidente de la República para el cuatrienio 2026-2030, de igual, deben ser electos los diputados al Congreso Nacional y los ediles-alcaldes- en las corporaciones municipales.

El partido de gobierno ha declarado y se mantiene declarando que dos de los partidos políticos de cinco, en contienda, preparan un fraude electoral anticipado. La denuncia es inédita porque la misma ocurre desde el partido que gobierna (condición no común, porque las denuncias anteriores se han hecho desde la llanura). Considerando esa “narrativa” anticipada, es oportuno pensar en el desarrollo de una “matriz inversa” que identifique cómo encontrar los puntos sensibles del proceso electoral en sus fases pre, durante y post, para desarrollar una estrategia que revierta la sentencia de un fraude electoral para el proceso general al cual hemos sido convocados.

Sobre la coyuntura electoral no haré mayores comentarios, lo cierto es que la crisis política-electoral que el Consejo Nacional Electoral padece genera más preguntas que respuestas, crea un ambiente de más incógnitas-incertidumbre y demás, generadas por la mala gestión de administración electoral de los representantes de los tres partidos mayoritarios que han cooptado la institucionalidad en la función electoral institucional.

La definición de fraude electoral tiene diversas definiciones, para los propósitos de estas líneas usaremos la de violación premeditada de la integridad electoral como condición que determina que una elección sea democrática en el marco de la salvaguarda de la voluntad de los ciudadanos al momento de ejercer el sufragio. Sin duda, es una mala práctica, cuya denuncia es ambidiestra (lo reclama la derecha y de igual, la izquierda) y en ambos casos busca, su propósito es el de no aceptar los resultados electorales.

     La manipulación para cambiar la voluntad de las personas electoras es constitutivo de delito electoral; al ser una mala práctica-no deseada- donde las denuncias más frecuentes se concentran en la etapa electoral (el momento de la votación), el conteo de los votos-escrutinio y la transmisión de resultados (en la etapa poselectoral), sin embargo, la susceptibilidad de las once fases del ciclo electoral que se evalúan para determinar el índice de integridad, son de igual forma sensible a la manipulación para cometer fraude. Entre estos: la aplicación de la ley electoral, los procedimientos, las barreras de la ley, el registro de los votantes (en nuestro caso, censo), la inscripción de los partidos políticos y los candidatos, la campaña y propaganda, el financiamiento a los partidos y a los candidatos, el proceso de votación, el conteo de los votos, los resultados y la capacidad del cuerpo electoral para gestionar el proceso electoral.

     Las autoridades electorales son idealmente, las responsables directas para definir una estrategia que evalúe el riesgo de fraude en las fases del ciclo electoral, condición que a nivel general no es una norma en la actualidad y a nivel particular tampoco es excepción. Son entonces, las misiones de observación electoral especialmente las firmantes de los convenios de observación electoral como la Unión Europea, la OEA y el Centro Carter, provistas de equipos multidisciplinarios, las que eventualmente, pueden detectar y disuadir las acciones fraudulentas.

   Ante la denuncia prematura aparece la perspectiva de aplicar una “matriz inversa” al fraude. Este tema es un concepto matemático, pero tiene una acepción en la ciencia política, especialmente en la toma de decisiones y el análisis de la materia electoral. Para el asunto que nos ocupa y preocupa, buscamos identificar los riesgos de manipulación, para anticipar, contrarrestar-desactivar, exponer o revertir la confirmación anticipada o prematura del delito electoral.

La “matriz inversa” del fraude electoral es propuesta como estudio de caso y su eventual aplicación en la denuncia oficialista, pero ambidiestra, debe considerar las once (11) fases electorales sensibles de fraude e identificar las de menor riesgo de ocurrencia de atentado de la integridad electoral, señalando condiciones de legitimidad en la identificación de zonas, de actores o de procesos sensibles, de legalidad con trazabilidad donde además, se realicen diferentes escenarios de simulación de eventuales manipulaciones (con intervención humana, consentida y no consentida, consensuada o no consensuada), identificando la objetividad existente de la denuncia o en su defecto, la entelequia-ficción de la misma por ser “tema político para campaña”.

Entre otros indicadores ya identificados, se deben agregar la evaluación de la participación ciudadana, de la tecnología, de su ciberseguridad en el manejo de los datos electorales (transmisión de resultados electorales, escrutinio general, divulgación de resultados), transhumancia, intervenciòn institucional, manipulaciòn de encuestas, desinformaciòn, captura de òrganos electorales, distribuciòn geogràfica del riesgo, percepciòn anticipada para preparar emocionalmente a los correligionarios, compas, poblaciòn en general para justificar los resultados - como la otra cara de la moneda- ausencia de contrapesos efectivos y de la narrativa vigente cuyo escenario probable consista en la no aceptación de los resultados electorales finales y en el eventual escenario de la protesta callejera que pretenda imponer la legalidad de la protesta y de la reversibilidad del resultado como imposición.

El asunto en discusión de la “matriz inversa” del fraude electoral requiere de la atención plena y dedicada de planificación y ejecución para que funcione como elemento disuasivo que responda favorablemente y en contraposición al eventual posicionamiento mediático de no aceptación y la provocación de violencia electoral como mecanismo de imposición del tema prejuzgado.

El tema por acá, no debe orientarse en la posibilidad o no, de realizar la elección general del 30 de noviembre de 2025, sino en asegurarse de que la justa comicial se desarrolle con el cumplimiento de requerimientos técnicos que aseguren la integridad electoral, como asunto estrictamente técnico, no político, y consecuentemente sea considerada democrática. Lo contrario, podrá evaluarse como un apartado al libro cómo mueren las democracias.

 Al cierre

El único modo de resolver los problemas es conociéndolos, sabiendo que existen. El simplismo los cancela y así los agrava”. Giovanni Sartori

 

 

Denis Fernando Gómez Rodríguez

Honduras-Centro América

25 de julio de 2025

 

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