del desarrollo organizacional y partidos políticos


La democracia con partidos políticos sufre un desgaste y agotamiento propio de las actividades que toda organización, incluidas las políticas, padecen conocida técnicamente como entropía y consiste en la tendencia de un sistema a agotarse a medida que utiliza la energía de sus procesos e insumos hasta eventualmente llegar a un estado de desorden.

Por estas coordenadas geográficas contamos con 10 institutos políticos legalmente inscritos ante la máxima autoridad electoral constitucional y se presume la petición de inscripción de cerca de 6 nuevos partidos. Como he mencionado anteriormente, nuestra democracia es electoral o mejor dicho electorera. En este sentido ocupamos partidos que sean robustos, reales y que verdaderamente representen los intereses de la mayoría, incluyendo al 30-40 por ciento de ciudadanos que han manifestado no tener filiación, simpatía y nexo alguno con la actual oferta electoral y la que se presume.

El sistema político electoral cuenta con dos partidos centenarios, longevos y por lo tanto con un supuesto desgaste natural; de igual, los partidos minoritarios en edad media que no lograron crecer y los de nuevo cuño, uno “mutado” y el resto sin lograr siquiera acreditar su condición de “independientes”, por ser más semejantes como apéndices de quienes por tres períodos gobiernan y en el peor de los escenarios (pero muy probable) desgobiernan igual que con quienes han alternado, antes de hacer legal o “cuasi-legal” la reelección y el continuismo.

Los partidos políticos sin ideología tienen entre sus patologías la de la anosognosia, que les provoca la negación de cualquier desgaste como producto final de la sumatoria de la precariedad de sus funciones de formación democrática por la atención en acciones fraudulentas, sin transparencia y con la mayor discrecionalidad que les coloca en los últimos lugares de credibilidad pública en los sondeos de opinión. Lo anterior, dentro de la teoría del desarrollo organizacional, no provoca asomos por realizar acciones “neguentrópicas” como vacuna que reviertan el desgaste y que venzan, si se puede la anosognosia hereditaria e histórica que evita la sensatez por la renovación, el fortalecimiento, la democratización, la transparencia y una primera instancia de lucha contra la impunidad propia y deja sin esperanzas reales del combate del flagelo de la impunidad del sistema que se patrocina y se mantiene como “status quo”.

Si este panorama sombrío no cambia, de repente los partidos históricos y lo no históricos dejarán de existir y aparecerán los personajes maquiavélicos en su versión local y populistas y la democracia electorera del presente, se convierta en una “dictadura demócratica”.

Bajo las circunstancias actuales se requiere que los partidos políticos enmienden sus entuertos y sus rezagos para revitalizar sus funciones y entonces ser congruentes para comenzar, con el enunciado del artículo 5 constitucional que desde el principio y hasta hoy, no es más que mero placebo.  

Sin olvidar que para el desarrollo organizacional el cambio en las organizaciones es una constante y la resistencia al mismo, también.

De cultura general
“Hay dos maneras de llegar al desastre: una, pedir lo imposible; otra, retrasar lo inevitable”.



Denis Fernando Gómez Rodríguez
14 de octubre de 2018
Tres días después de los 53

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