¿“falsos” positivos o ...

 ...“positivos” falsos?

    La Pandemia del momento ha ocasionado que algunas personas con perfil público, hayan publicitado su infección alcanzando en mayor o menor grado la cobertura mediática con algún tipo de propósito, al cual, daremos el beneficio de la duda… pero sin dejar de pensar en el dilema particular de que algunas figuras “falsas” (por mitómanos entre otras afecciones crónicas ), hayan dado positivo de verdad, o que sus aparentes infecciones hayan sido falsas (como un billete de un mil Lempiras o de mil dólares, de acuerdo al caso), con el único propósito de crear una imagen de víctima, ganar notoriedad, desviar la opinión pública de los escándalos o cualquier otra distracción que busque alimentar esa “cuasi mitificación” del hombre que continua y debe, como la opción irresistible para asegurarnos una vida mejor como Nación.

    El adagio dice que “crea fama y échate a dormir”, el primer ciudadano de este territorio amenazado con la divisibilidad y privatización del territorio en ciudades modelo, realizó toda campaña de divulgación de su pandémico padecimiento, así como de su manejo clínico privado, como excepción a la regla en un sistema de salud olvidado, saqueado, colapsado y condenado junto con la educación a la zaga de una carrera armamentista como síntoma inequívoco de una regresión democrática que remilitariza la sociedad, el Estado y su administración, como la “concesión” que asegure de momento el apoyo de la bota y el fusil en sus pretensiones violatorias constitucionales para que la alternabilidad signifique la eventual oportunidad ¿y coyuntural? de presentarse cada cuatro años de manera indefinida como suelen proclamar sus promotores.

    La población observó con detalles la evolución de los síntomas clínicos, su tratamiento y su pronta recuperación. Esa que la mayoría de los connacionales no alcanza en el sistema público, en tiempo y forma, donde las carpas continúan siendo lo más granado de la atención que el gobierno dispensa a quienes año con año presupuestariamente desconoce, atentando contra la salud y contra la educación como derechos inalienables de una población que de buena fe padece los resultados de sus desaciertos electorales.

    A un sector de la población, no tan minoritario como asumen los promotores continuistas, no le es tan fácil creer que la infección fuese real y si en efecto no lo fue, será una manipulación agravada, como las cifras que nos torturan con cadenas de ficción “sin sentido” que provocan que Alicia considere no solamente visitarnos, sino habitar entre nosotros y… nacionalizarse.

    Entonces la dicotomía entre los “falsos” positivos o los “positivos” falsos, es un escenario válido y lo interesante es que en “traducción libre”, puede ser válida en otras coordenadas más al norte.

    Si los “falsos” han sido positivos o los “positivos” han sido falsos, deben esperar los juzgamientos populares que deben ratificar si esos mandatos deben ser aislados de la errática administración del Estado que hace que algunas personas vean la chatarra/el desperdició como algo de invaluable costo y beneficio, similar a cuando en la conquista nos daban espejos a cambio de confianza.

    En el tiempo electoral quedamos a la espera de que lo oculto con desdén, premeditación y ventaja, sea público y quienes conspiran y co-conspiran, pierdan sus “mascarillas” y sean expuestos a la vindicta pública, como una excepción de una regla que desde tiempos y por lo pronto, indica que la corrupción durará lo que tarde la impunidad en desaparecer.

    De Otto VonBismarck: “Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de una cacería”

¡Sin olvidar que si no es real, es ficciòn!..  pero ¡si no es ficciòn, es real!

Denis Fernando Gómez Rodríguez

Santa Lucía; Francisco Morazán

24 de octubre      

Y llegaron los segundos 25 y un quinto de los terceros.

 

 

 

 

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