"anegados"
… cuando falta la “b”
Esta franja continental tiene varias historias de desastres causados por fenómenos meteorológicos. El Fifí, el Mitch y recientemente la tormenta Eta.
Por lo ampliamente visto, la ecuación de prevención de riesgos no ha sufrido cambios sustanciales o altamente significativos (como se dice en estadística), en su defecto ha privado un deterioro en materia de prevención porque los enfoques dejaron tiempo atrás de ser técnicos y se concentraron en ser eminentemente políticos-sectarios, provocando que los intereses en generar flujos de caja (“flow cash”) personales o grupales se acrecentaran en merma de cualquier intención de eficacia y eficiencia en manejo de prevención de riesgos y sobre todo de sus eventuales recursos.
Los fenómenos naturales nos han dejado anegados, porque la abnegación, entendida como “la negación voluntaria a sus propios deseos o intereses en favor de otros”, no existe, paso a una vida mejor.
El adagio dice que después de la tormenta, viene la calma y con èsta, el país, tiene hoy un sinnúmero de damnificados que han perdido lo que les pertenecía; sin contar todavía los que han contribuido con sus vidas, esas que no se recuperan como lo material.
El país este “anegado” de agua, en una de las regiones más importantes en producción agrícola y animal. Pero también está “anegado” por personajes autoritarios que han desconocido cualquier alerta meteorológica por un desconfinamiento que tiene más compromiso que razón.
El país también está anegado por la influencia del narcotráfico, la corrupción, la impunidad y todos aquellos asaltos a la incipiente democracia que nos exhibe a nivel internacional como el país donde no importan las imputaciones para aspirar a un cargo de elección popular.
También estamos anegados desde hace más de 10 años por un grupo de vende patrias organizados, que subastan la Soberanía y cooptan todo el sistema de justicia para transitar libremente por estas calles y avenidas que son testigos de la precariedad de la mayoría, menos de las estructuras corruptas que construyen impunidad desde los Poderes, ahora unitarios, del Estado.
Esperemos entonces en el escenario ideal y ante un nuevo flagelo que se suma al de la Pandemia, el desgobierno encuentre su propio “flow de cuna” y al tèrmino de “anegados” le añadan la b y entonces se ocupen y preocupen de atender sus funciones sin sectarismos, sin el 30% de las “coimas” y sin “compras de buena fe”, como dictan los manuales desde hace años y que en este segundo “desmandato” se han exacerbado, producto de su propia anosognosia que les hace exhibirse y exhibirnos sin mayor decoro, sin mayor pena y sin mayor condena.
En estos días ante la incapacidad por la “agenesia” de quienes desgobiernan, han salido las diferentes manifestaciones civiles para tender la mano a quienes hoy sufren las inclemencias del tiempo y de la vida, con la esperanza de reducir las brechas de la pérdida y de ese sentimiento profundo de indefensión que como el desbordamiento de las aguas, nos ahoga.
Saludamos como dicen los señores y las señoras de la OEA, las iniciativas empresariales, gremiales, organizacionales y las de aquellos hombres y mujeres que con abnegación han decido responder a los intereses de quienes hoy están anegados, porque quienes deben velar por ellos, olvidaron que en sus obligaciones estatales la abnegación era y todavía es, requisito de estado.
Y si nada cambia, seguiremos anegados por quienes en su “profundo análisis de costo-beneficio”, encontraron que la oportunidad de vacacionar para aliviar las empresas de turismo era mayor que la amenza meteorológica, que nos rebalsó y nos anego.
Del refrán: “donde no hay cabeza todo se vuelve rabo”
Denis Fernando Gómez Rodríguez
9 de noviembre de 2020
Santa Lucía; Francisco Morazán
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