“Voting dead”?

Por estas coordenadas ha sido un tema de amplio y agreste debate que en las elecciones “los muertos votan”. Cuando un partido político que proyecta ganar (en los términos normales todos deben apuntar a eso y en el peor de los casos, los que no lo hacen, su opción más inmediata será la de solicitar su cancelación y dedicarse a otro asunto), no gana y entonces aparecen las denuncias de fraude de los adversarios, pero nunca la aceptación de no ganar porque no se pudo, sino por que me hicieron fraude. Lo anterior no tiene ideología, por cierto.

Entre esas denuncias las más populares pasan porque los muertos votan. Con ese lema como base en esta nueva temporada de la serie, apareció una campaña promovida por un partido político centenario y longevo por sus prácticas, pero nuevo por su inscripción, donde el censo de la ley electoral todavía vigente es un censo de fraude y es un censo plagado de muertos. En contraposición apareció la promesa de un censo completamente nuevo (contrariando la disposición legal) y garante de transparencia porque los muertos, especialmente los no registrados saldrían en las mismas proporciones descomunales de la denuncia. Para efectos de aclarar, no existe censo perfecto en ninguna parte del mundo, pero este detalle como de costumbre se obvia para no tener limitantes con los abordajes meramente políticos y para nada, para nada técnicos.

Llego el tiempo de alumbrar a tan mencionado y precalificado nuevo censo y en ese acto, el resultado fue peor al que denodadamente han denunciado y denuncian, al grado de que ante tantas inconsistencias de origen en su diseño (no por generación expontánea) podría eventualmente considerarse como un proyecto “mortinato”.

En la víspera del proceso electoral primario 2021 y con la “criatura” entre sus brazos, las autoridades electorales se vieron obligados a crear los novedosos “cuadernos especiales de votación” (como respuesta a los “votos rurales” del 2017) para intentar enmendar los entuertos desde el proyecto y no “coartar” el derecho constitucional de ejercer el sufragio, dicen unos, pero otros, se quejaron y quejan de ser eventuales promotores de doble votación ¿o triple? para un nuevo fraude electoral reclamado desde algunos de los movimientos internos en competencia, pero sin asepsia e inocuidad, ¡conste!

Cerrada la jornada electoral aparecieron las denuncias de fraude en los tres partidos políticos que asumen y presumen a la fecha, día y hora de estas líneas, de la mayor inocuidad y asepsia para “cuidar” el proceso general (o como cuando ponemos a cuidar a los conejos, de las zanahorias). Sin duda, ante tantas promesas incumplidas por ser ficción y otras por la incontinencia de siempre para respetar la ley y no cometer actos fraudulentos en los tres partidos políticos, reaparece el fantasma que “los muertos todavía votan” y con esta consigna también reaparece, por ser todavía válida, la célebre expresión de un alto funcionario electoral que le recomendó a los partidos políticos “que para que los muertos no voten, mandarán a los vivos a las mesas electorales para cuidar los votos” y si que le han hecho caso de manera descomunal con el nuevo uso del helio, patentado por este territorio continental. Y lo que con tanto ahínco e intensidad se condenó, para terminar replicando en este primer capítulo de “voting dead”?

Mi voto, “no rural, tampoco de cuaderno especial de votación”, para que no exista los argumentos para escribir la segunda parte de la serie, los partidos políticos que reclaman derechos de autor en materia política electoral y en materia registral y de identificación, deben decidir realizar una auditoría internacional que corrija técnicamente las inconsistencias que la política vernácula no puede por agenesia y se proceda a enmendar la poca credibilidad, la escasa confianza, el errático y talvez ausente interés por un censo depurado que sea creíble y auditable por los restantes 11 partidos políticos o talvez 12, que deben competir en noviembre entrante; pero también del total de la población, que son primero ciudadanos y 4-5 de cada 10 no son integrantes, activistas o simpatizantes de ningún partido político y tienen el derecho a la seguridad nacional, al nombre y a la nacionalidad, pero que políticamente, como todo, se omite perniciosamente, para dar realce a los colaterales políticos-electorales y sectarios de la tradición que no tiene ideología.

Que los tres y los cuatro personajes de ya días, quienes vitaliciamente deciden quiénes y cómo cuentan y a quién le acreditan los votos, recuerden que entre cielo y tierra no hay nada oculta y que todo tiene su tiempo y su hora.

De Montesquieu: “La democracia debe guardarse de dos excesos: el espíritu de desigualdad, que la conduce a la aristocracia, y el espíritu de igualdad extrema, que la conduce al despotismo.”

 

Denis Fernando Gómez Rodríguez

27 de marzo de 2021

Se va marzo, llega el verano, pero no se va la Pandemia.

¡Que lo público, sea público!

 

 

 

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