De la elección general

A una hora para llegar al día de la elección general por estas coordenadas geográficas, las expectativas por que la elección se realice en paz afloran ante la incertidumbre de costumbre, pero exacerbada por la polarización generada después de 12 años de desgobierno del partido Nacional, donde la precariedad ha sido el sello seco o la marca de agua de tal gestión.

Como siempre las elecciones tienen sus oportunidades y sus amenazas, ambas son sujetas de convertirse en sus opuestos, dependiendo de la capacidad o la incapacidad en la gestión de los temas de competencia. Por lo tanto, no es nuevo que en estas circunstancias siempre existan relatos de extremos que generen miedo y pánico con los propósitos más aviesos.

La población que ha asistido a la votación siempre se ha caracterizado por hacerlo con civismo, al grado que los actos violentos durante el horario de la elección han sido la excepción y no la norma, ratificando que todavía creen, confían y apoyan esta democracia electorera a pesar de los sinsabores que han dejado los partidos políticos  y las instituciones encargadas de las elecciones que han fallado de manera repetida y agravada en la correcta administración de los eventos comiciales, como los del 2017, para citar un ejemplo.

Entonces de la elección general se espera que a quienes les corresponde dirigirlas, actúen con responsabilidad de ciudadanos, de patriotas, no con la de activistas políticos-sectarios que ha primado en su gestión, ocasionando demoras que generan más incertidumbre que certidumbre. Adicionalmente, que cumplan su función de “termostato”, no la de “termómetro”, poniendo orden cuando eventualmente después de mediodía ¿o antes?, las encuestas a boca de urna aparezcan en el escenario marcando “tendencia” y declarando un ganador/a. Sin olvidar que los resultados oficiales son los que deben dar desde el órgano electoral y que deben iniciar tres horas después del cierre de la votación, no horas antes como en el 2005, pero tampoco horas después como en el 2017. Ambos extremos, nefastos y determinantes para la frágil institucionalidad electoral que padecemos, refrendada por el marginal índice de transparencia e integridad electoral que como país ostentamos.

De la elección general se espera que cerrado el horario de votación, las personas-activistas de las ahora Juntas Receptoras de Votos, respeten que la contada de los votos/escrutinio DEBE SER PUBLICO, con el propósito que el ciudadano de a pie, sin ninguna representación, ni ostentación civil, sea testigo que los votos y las marcas no se cuentan con ábacos chinos; que el llenado de las actas refleja las cuentas y no las “aumentan” y que la transmisión de las mismas sea en la forma y en el tiempo que se ha señalado.

De la elección general se espera que las cuentas en el Consejo Nacional Electoral sean precisas y exactas que den la certeza de la voluntad de los ciudadanos que en su condición de electores han asignado a sus elegidos/as y que las cuentas finales o resultados no son “reversibles”.  

De la elección general se espera que de los tres Consejeros propietarios “se pongan de acuerdo, en lo que no están de acuerdo”; que acepten, “que si los tres piensan igual, tienen un problema porque entonces ninguno está pensando” y producto de las dos condiciones anteriores, ninguno se adelante, tampoco se atrase en declarar al ganador o ganadora, del partido fiel y efervescente que representan y defienden, por encima de cualquier interés nacional incluyente y diverso, como el de la Patria. Enorme RETO y grande la AMENAZA.

Que a menos de una hora para mañana, no olvidemos que aunque son 14 partidos políticos legalmente inscritos, SOLAMENTE TENEMOS UN PAÍS y ojalá la mayoría decida votar por  rehabilitarlo y reiniciarlo, menos incendiarlo… y peor, “despedazar” el territorio, la Soberanía, la dignidad nacional entre otros males que después de 12 años continuos y nefastos, padecemos con extrema precariedad.

Al cierre:  “El hombre no puede saltar fuera de su sombra”. Proverbio árabe

 

 

 

 

 

Denis Fernando Gómez Rodríguez

27 de noviembre de 2021

(1)     En menos de dos horas la población habilitada acudirá a “elegir” con la idea que se respete su decisión y sea tiempo de cambiar la lectura de los cuentos de Alí Baba y los 40… y el de Alicia…

 

(2)     Sin olvidar que ninguna elección, menos un candidato/a vale la pena, para la violencia y tampoco para sacrificar la vida.

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