normas...
y excepciones
En el conocimiento y uso del idioma, recuerdo cuando cursé la educación escolar y en adelante, que tuve que aprender, entre otros temas, las normas o reglas de acentuación de las palabras y sus excepciones. Dichos contenidos requirieron y todavía requieren de la mayor atención, si es que está comprometido con hacer uso adecuado del mismo y preservar su elegancia, precisión, amplitud y riqueza de este. Aprender, entre otras, las normas de clasificación de las palabras y sus excepciones, que les definen como: (1) agudas, (2) graves, (3) esdrújulas y (4) sobreesdrújulas, ha y es una disciplina que se debe atender para no “atentar” contra el idioma.
No abordaré los contenidos que Usted, recuerda, conoce y aplica de manera sistematizada, pero si en que cada una de las categorías de las palabras obedecen a normas (no existen sin las mismas, no es posible) y también, como detalladamente esas normas-reglas ceden ante las excepciones permisibles que les califican.
Para el caso de las palabras agudas, siempre serán agudas cuando cumplan las normas de uso y seguirán siendo, cuando de igual, se cumplan detalladamente las excepciones. Fuera de estos requisitos, normas o reglas, dejarán de serlo y se convertirán en faltas ortográficas.
En la materia política y su dimensión de ciencia, también existen normas-reglas que enmarcan un actuar considerado como legal-legítimo, como un binomio de palabras, que en este caso, las excepciones de ese cumplimiento no son consideradas para definir las mismas, al contrario, las descalifican y las vuelven ilegales-ilegítimas. A nivel de la mala práctica de la política local, como mala costumbre inveterada, histórica y que no tiene ideología, permeada por una “moral de situación” que obedece a coyunturas, a intereses y a bienestares grupales o personales que se traduce en la fragilidad humana en la administración del poder, que en no pocas ocasiones despierta en las personas las pasiones más bajas, desordenadas, excéntricas y maquiavélicas que derivan convertirse en conductas iguales o peores a quienes en el ostracismo/¿o el contubernio? del poder combatieron-criticaron en lo público, pero en lo privado fueron sintomáticos fraternos del síndrome de Estocolmo.
El Estado declarativamente se rige por la norma constitucional, la misma que para un cuestionado exfuncionario que se fue, manifestó públicamente el desacierto que era apenas un librito. Así como otras personas, que manifiestan su sumisión y respeto a la misma, pero cuando es posible, aplican las excepciones que en la coyuntura convengan, como un síntoma inequívoco de una histórica e inveterada costumbre de “incontinenecia” para el irrespeto a la ley y la violación (todavía IMPUNE) de la misma.
Después de la elección general del pasado noviembre 2021, el pulso de la Nación, se estabilizo y generó una sensación térmica agradable hasta que de nuevo, aparece en escena que la búsqueda del poder asocia, pero la administración del mismo, puede asociar, pero también DESASOCIAR, como en efecto actualmente sucede y ha elevado de nuevo el pulso, al grado de recordar hasta los escenarios menos deseables para que una Nación noble, que ha sido saqueada por 12 años y se atenta bajo otras formas a seguir el latrocinio, con una nueva Cofradía y una nueva membresía.
Hoy hemos pasado ¿Cómo evolución o regresión? de las dos Honduras, a las dos directivas del Congreso Nacional, recordando al Ginecólogo Gaspar V y su libro: “La Honduras que me duele” y que a la mayoría de la población también nos duele. Evidenciando también que de la memorable y ejemplar participación electoral de la ciudadanía, son los partidos políticos lo que siguen estando por debajo del calado que la democracia electorera, de momento, requiere.
A la fecha, día y hora seguimos evidenciando más intereses políticos grupales, personales y demás disfuncionalidades de una estructura de poder que le sigue apuntado a la falta de educación democrática de la ciudadanía como una manera de pervivir.
Hoy ha sido un domingo para el olvido, pero el viernes anterior también lo fue. Talvez mañana lunes y antes del jueves 27 de mes, los sectores en pugna: (A) dialogan (como excepción), (B) negocian (como regla-norma) y (3) enmiendan los entresijos propios, los comunes y orientan las buenas y mejores acciones para fortalecer al nuevo gobierno.
A la espera que se alcance cordura para respetar la norma, su legalidad y su legitimidad. No lograr lo anterior, provocará la eventualidad de tener un nuevo episodio de desgobierno, de esos de 200 años y ojalá no más.
Que las promesas de refundar la Nación, no se conviertan en refundirla.
De Montesquieu:
“La democracia debe guardarse de dos excesos: el espíritu de desigualdad, que
la conduce a la aristocracia, y el espíritu de igualdad extrema, que la conduce
al despotismo.”
Denis Fernando Gómez Rodríguez
Honduras: Centro América
23 de enero de 2022
Exquisito artículo, Denis. Saludos
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