de argumentos...
¿y de fundamentos?
El
diccionario de la Lengua española define en una de sus acepciones que un argumento
es un razonamiento para convencer de lo que se afirma o se alega y un fundamento,
es la razón principal o motivo con que se pretende afianzar y asegurar algo. Estas
dos palabras deben idealmente deben ser complementarias, sin embargo, por “desconocimiento”
o de repente, por omisión perniciosa, se suelen presentar “cantidades industriales”
de argumentos, con una ausencia sistémica y sistematizada de suficientes
argumentos que de fuerza a tantos supuestos.
Por estas latitudes y
altitudes, son comunes en la discusión de asuntos del acontecer de país y
también de la vida cotidiana emitir argumentos que en su mayoría de ocasiones
se caracterizan por la ausencia o la “migración” de fundamentos que no logran
acreditar la veracidad de lo que alega o se afirma.
Los medios de
comunicación convencionales o no convencionales y las redes sociales, en ese
auge de la era de la información no son ajenas al uso de argumentos que en el
mejor de los casos, tienen poco fundamento y en el peor y más frecuente padece de
los mismos. Lo sintomático del asunto es que como población nos hemos acostumbrado a tal disfuncionalidad que sirve para emitir
juicios y sentencias que no necesariamente obedecen a la realidad, solamente son el instrumento de
“denuncia” que desde el ámbito de los partidos políticos se ideologiza-sectariza-partidiza
y partidaria, sin menoscabo que en los demás círculos sociales se practique
como la norma y no como la excepción de la regla.
En el campo político los
que gobiernan o en su defecto, “desgobiernan” acusan a los que se fueron y los
que ya no desgobiernan, “acusan” a quienes llegaron como una estrategia y
consigna que no siempre, como norma, están acompañadas de fundamentos que sean
inobjetables e indubitables para que la sentencia condenatoria sea firme.
En el caso de la evaluación del gobierno y en especial del Poder Ejecutivo, existen argumentos a favor y en contra, la mayoría de los tales basados en esas promesas de campaña que por su práctica bicentenaria y escasez de resultado se comparan con la publicidad engañosa que los comercios acostumbran a utilizar durante diferentes épocas del año para aumentar sus ventas y por lo tanto, sus utilidades. Los fundamentos para argumentar el éxito o el fracaso de la gestión de la primera Magistratura del Estado son los 45 incisos que componen el artículo 245 de la Constitución de la República, nada más ajustado a las características del puesto de mayor importancia para “gestionar” el desarrollo social-económico del país, que 200 años y más sigue siendo deuda pública que no tiene ideología, por la incompetencia manifiesta en la correcta diligencia para completar las 44 funciones y más que sentencia el inciso 45.
A nivel de los otros dos poderes del Estado, son similares las condiciones que se deben consideran en la evaluación del desempeño por quienes ostentan tan importantes y delicados cargos y quienes por supuesto, bicentenariamente han contribuido y siguen contribuyendo con su incompetencia partidaria-partidista-sectaria e ideologiza profundizan las honduras de esta Nación que merece cuidado por ser solamente una y al no ser propiedad privada de ningún partido político, ni de quienes los “sojuzgan”, deben trascender del lenguaje retórico conservador o revolucionario al pragmático donde cada intento de sentencia se acompañe con los argumentos y con los fundamentos requeridos, sin olvidar que 4-5 de cada 10 hondureños no son partidarios, tampoco afines, menos simpatizantes de sus representaciones y merecen un gobierno que de la instrumentalización de su función “hemipléjica” gestione el estado para alcanzar el bienestar social y político que en efecto, sea real y no ficción.
Sin olvidar que Honduras
es sola una y que la población que habita este territorio, incluyendo a los que
no tienen filiación política, merece gobiernos que además de ser legítimos,
sean reales y probos en la administración del Estado y entonces preparemos el
camino para trascendencia a mejores estadios que durante un bicentenario y más,
políticamente se nos han negado y niegan.
Al
cierre:
“Lo que nos es habitual, nos es, en efecto,
mejor conocido”. Aristóteles
Denis
Fernando Gómez Rodríguez
Honduras;
Centro América
28
de enero de 2023
Pulso de la Nación-primera parte: de la democracia criolla ¿ficción o realidad?
Pulso de la Nación-segunda parte: de la democracia electorera ¿ficción o realidad?
Comentarios
Publicar un comentario