de la Crucifixión de Jesús

 Del domingo 24 pasado a la la fecha, día y hora de estas líneas, se han conmemorado una serie de acontecimientos que las escrituras narran acerca de la pasión de Cristo. El ciclo de la vida debe cerrarse, al iniciar con el nacimiento virginal, el crecimiento de Jesús hasta los 33 años, cuando ocurren los acontecimientos finales de manera acelerada, pero también brutal, como fue escrito y anunciado por los profetas de entonces.

La historia bíblica registra que las profecías del mesías se han cumplido al detalle, mismos  que la población que le reconoció como Rey, el domingo  anterior  y días después pedían el indulto de un delincuente, negando y condenando a la muerte a quien en su mayoría desconocían las promesas cumplidas y sus consecuencias. La sociedad de hoy padece de similares y peores circunstancias producto de sociedades poscristianas y escépticas basadas en los libertinajes de turno y en la nueva tolerancia.

Al momento de la muerte de Jesucristo en la cruz, tomó la responsabilidad de los pecados-de las desobediencias- de la humanidad y con la sangre derramada nos lavó y nos lava cuando le aceptamos como Sanador, Salvador y SEÑOR. Es correcto, un viernes como hoy, expiró y fue sepultado como lo dice la escritura para que al tercer día resucitara y la tumba quedará vacía, de manera contraria a las figuras que en los tiempos se han erigido para ser “venerados” pero cuyos restos mortales reposan todavía donde fueron depositados.

Sin la muerte en la Cruz y el derramamiento de sangre no hay perdón de pecados, tampoco  resurrección de los muertos (uno de los temas no negociables de la fe que profesamos). Así como el grano de trigo debe depositarse-sembrarse para que al recibir agua se pudra y esta condición sea el momento propicio para germinar y generar una nueva planta-una nueva vida. Desde ese momento histórico Jesucristo confirmó que la muerte no es el fin, es apenas el comienzo de una nueva vida en otra condición ajena a la existente-presente y además, eterna…si externa.

Los creyentes y confesos damos gracias a Dios, por el sacrificio de la muerte en la cruz y nos aprestamos para celebrar la muerte y posteriormente la vida, sin avergonzarnos de nuestra fe y sus evidencias históricas y trascender a quienes en su momento construyeron múltiples templos para similar cantidad de dioses, incluido “al dios no conocido” y tampoco seguir a los “baales” ahora modificados en el libertinaje y el escepticismo, entre otras disfuncionalidades de la vida diaria que padecemos, nos ocupan y preocupan.

Hoy cerramos la pasión y muerte de Jesucristo, ahora a esperar el domingo  para celebrar la victoria sobre la muerte hasta que llegue el tiempo para siga el cumplimiento de la siguiente profecía, la de “MARANATA”-“Cristo viene otra vez”, no a repetir la historia conocida y recordada, sino a completarla con aquellos firmes en la fe, hallamos fallecido o permanezcamos en pie. Ésta es la esperanza de nuestra fe.

Al cierre

Juan 11:25-26(Reina-Valera 1960)

25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?

  

 

Denis Fernando Gómez Rodríguez

Honduras-Centro América

29 de marzo de 2024

 

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