En diferentes países se celebra en mayo el día de
la Madre, por estas coordenadas donde habito recién ayer ha celebrado el día de
la madre, como es costumbre ha sido un gran festejo para personas que tienen la
oportunidad de tener a su progenitora y en contraste, de una enorme nostalgia para
quienes ya no tenemos la dicha de contar con su presencia.
Sin duda como reza entre sus estrofas el himno
a la madre que entre otros detalles, identifica a la madre como la más alta expresión
del amor, que es consuelo en el llanto, busca el bien, la alegría, el amparo,
la luz y el perdón, como reflejo del trascendental impacto de la influencia
maternal en el proceso de la vida.
Cuando nació nuestro primer hijo, tuve la
oportunidad de asistir a la sala de parto y acompañar la labor de alumbramiento
de Sandra (mi esposa), tiempo después llegaron el segundo y el tercero. Es ese primerizo
momento la expectativa, después de nueve meses de ver la fortaleza de mi esposa
durante el embarazo, las incomodidades que son normales en esta etapa gestante y
las alarmas que despertaron los principios de la dilatación natural que prepara
a la mujer para las labores de parto, llegaba la oportunidad de presenciar la
llegada de nuestro primer descendiente (F1).
La labor de parto en lo que se denomina “burra”
fue, en cierta medida, no tan corta, tampoco fácil que decidí salir del área frontal
de la misma y me incorporé a la parte trasera para que el ¡“ya viene”! fuese
más intenso, más solidario, más comprometido y empático, hasta que finalmente,
el pequeño ser humano apareciera y entonces yo regresara a la ubicación
original. En ese momento supe lo que mi recién fallecida progenitora doña
Victoria (cuatro días antes de la llegada de su nieto) había aportado de manera tangible e intangible
dar a luz a este proyecto de vida, propuesto con el aporte de mi recordado
padre Fernando. Confieso que tal experiencia fue importante, trascendental y
altamente significativa en sensibilizarme en este asunto de la vida.
Al siguiente día de tan importante evento, regresé
a mis labores que ejercía coyunturalmente en una de las renombradas instituciones
latinoamericanas de agricultura que tenemos por estas coordenadas y al llegar a
la clase, la pregunta obligada de los alumnos fue: ¿cómo había estado el
parto? En ese momento mis pensamientos se ordenaron para dar una respuesta
que fuere sencilla y los más aprehensible, y les contesté “pensemos que la
labor del parto es como comernos una sandía completa e intentar
deposicionarla-retornarla entera” donde obviamente, quienes somos hombres definitivamente
no podríamos hacer tal esfuerzo. Así de Sabio Dios el Creador.
Sin duda, las madres con la experiencia de dar
vida, de mantenerla a lo largo de nueve meses de gestación y del alumbramiento
como los inicios de todo el proceso de crecimiento que los hijos requieren en su
atención, en su cuidado, en su apoyo y en su consejo vitalicio, juegan su
importante papel en la consolidación de la familia en su concepto original
bíblico-teológico y en el sociológico de ser la base de la sociedad como
principios perennes a pesar de las embestidas de la nueva tolerancia.
Hoy honro la memoria de mujeres notable que formaron
parte de nuestro círculo de influencia familiar y como madres cumplieron a
cabalidad con la ser la más grande expresión del amor filial: mi madre Victoria,
mi hermana mayor Miriam, , mi cuñada Marina, y mi suegra Gabriela.
¡Gracias por tanto!
¡Felicitaciones a Sandra! porque en una labor no de competencia, sino de
complementariedad, integralmente acompañó, acompaña y acompañará vitaliciamente
a nuestra descendencia y herencia de Jehová.
¡Saludos y felicitaciones! a mis hermanas, sobrinas, cuñadas, concuñas, nuera y
consuegras, quienes han cumplido con la noble bendición de dar vida y cumplen
con su compromiso que le distingue para ser la más alta expresión del amor,
para ser consuelo en el llanto, para buscar el bien, la alegría, para ser el
amparo, la luz y el perdón para su descendencia.
¡Saludos y felicitaciones! extensivas a las madres en los diferentes países donde esta
bitácora-“blog” alcanza la atención y se da lectura de los asuntos de la vida y
sus peculiaridades.
Al cierre
Salmos 127:3 “He aquí, herencia de Jehová
son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre”.
Denis Fernando Gómez Rodríguez
Honduras-Centro América
13 de mayo de 2024
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