de elecciones... un asunto de credibilidad
En las democracias electoreras
como la nuestra la credibilidad en los procesos comiciales es un asunto que
cada cuatro años se degrada por continuas descalificaciones políticas que alejadas
de la valoración técnica, “siembran” más denuncias de fraude que pruebas concretas
que lo demuestren de manera irrefutable.
A días del comicio general local, el
“árbitro” no goza de la credibilidad en dos tercios de los partidos
mayoritarios (considerando los resultados del 2013). Lo que sigue
correspondiendo para el ente rector es abrir todas “las puertas y las ventanas”,
para que los diez partidos políticos ejerzan el primer eslabón de auditoría de
la transparencia que consiste en el equipo de expertos informáticos que deben/
¿pueden? determinar si los sistemas de transmisión, recepción,
registro-tabulación y divulgación de resultados cumplen con los requisitos de invulnerabilidad
o seguridad informática.
Esos técnicos son los
encargados de informar las bondades y las carencias; las certezas y las dudas.
Lo anterior no asegura que los partidos políticos hayan vencido o vayan a
vencer el principio político aquel que consiste en negarse (de manera
consciente, por aquello de la anosognosia política… y electoral) en reconocer
que no ganaron, porque el contrario ganó, sino porque le hicieron fraude (la
denuncia anterior no tiene ideología).
El resto de la cadena en el
proceso comicial de “puertas y ventanas abiertas”, hace necesario que se
privilegié la presencia de observadores internacionales debido a que la
credibilidad se ha instrumentalizado y se ha ideologizado. Ante estas dos discapacidades
electorales se hace perentorio que terceros intenten ser más veraces que
neutrales, para entonces “aceptar” que los comicios cumplen con los requisitos
de elecciones democráticas y auténticas. ¿?
No podemos, tampoco debemos invisibilizar que
existirán observadores nacionales, unos ¨comprometidos” ¿?, otros que han
declarado que su función será estrictamente ciudadana y no partidaria.
Hoy el tema de la credibilidad
alcanza niveles a la baja, comparados a los del 2009 y del 2013, por el “torpedeo”
constante desacreditando al “árbitro” en cada una de las fases del proceso es
sistematizado, al grado que unos y otros (de los mayoritarios) han dicho que no
van a reconocer los resultados electorales si no es bajo sus propias
condiciones ¿o caprichos?
Unas de esas exigencias tienen
“sentido”, otras carecen del mismo a nivel de precariedad.
Ante las quejas, no debemos
olvidar que todos los partidos políticos tienen y tendrán su primer eslabón para corroborar
la transparencia y por ende la credibilidad a través de sus auditores
informáticos del proceso.
Existen otras estrategias conocidas
para la “defensa del voto”, que por raro que parezca el asunto, goza de una
alta demanda, al no ser ajeno a las democracias del Continente y que por ser
del amplio conocimiento y dominio de las cúpulas partidarias y sus
subsiguientes líneas de autoridad, no se identifican como medida de economía “escritural”
y también mental.
Un asunto que poco se menciona
es que los ciudadanos/as que asistan a ejercer su derecho a elegir (ojalá sean
arriba del 60% del censo convocado) regresen después de las cinco de la tarde
para que exijan el ESCRUTINIO PUBLICO (por si la mesa electoral se antoja lo
contrario) y ejerzan un principio oculto de ser los observadores más
importantes del proceso y supervisen “in
situ” quiénes cuentan los votos ¿?; cómo los cuentan y cómo los transmiten
y velen porque la voluntad de la mayoría se respete.
El proceso electoral es y
seguirá siendo responsabilidad directa del ente rector electoral, de los
partidos políticos que están representados por su parciales y activistas (como
una disfuncionalidad única a nivel mundial), por las personas que pertenecen a
las organizaciones sociales cooptadas o no y del simple ciudadano que no se
siente representado bajo ningún supuesto.
Como dice don Justo, el
entrenador del equipo “juego limpio” de la campaña de valores democráticos del
2012 que divulgó la autoridad electoral:
“Con valores democráticos
todos ganamos” y “las decisiones democráticas son las mejores”
Un
voto porque el proceso comicial sea transparente y creíble, sino por CONVICCION,
entonces por OBLIGACION.
Denis Fernando Gómez
Rodríguez
Noviembre
12 de 2017
Del
adagio aquel “la ambición rompe el saco” y su acepción política, pues…
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