Propaganda electoral, dos "novedades”, una “asimetría” y una "hipótesis"
En estas coordenadas
geográficas faltan dos semanas para que se venza el tiempo para la propaganda e
inicie el llamado silencio electoral. La “coyuntura” actual identifica como
novedades: La llamada “ley de política limpia” por la cooperación internacional
y la reelección presidencial inmediata e indefinida del Presidente-candidato.
Analistas políticos
identifican que el bajo volumen de propaganda (comparado con elecciones
anteriores) se debe ¿…? a las restricciones de recibir dinero anónimo, al
control para evitar el “narcofinanciamiento”, entre otros escenarios.
La novedad de la campaña del
partido gobernante es que ha girado alrededor de su “cuasi-mitificado” líder,
figura donde los candidatos al Congreso Nacional y a las Corporaciones
Municipales se han cobijado sino por convicción personal, se dice que por “obligación”.
Para los partidos mayoritarios
de oposición, pero también para los minoritarios las pautas publicitarias no
han sido tan frecuentes y han recurrido a las redes sociales como medios
alternativos para persuadir la voluntad de los seis millones y más convocados
para elegir (incluyen a los cerca de un millón doscientos mil ausentes del
territorio, que ninguna institución estatal conoce con certeza como se llaman y
dónde viven).
No existe duda que la
reelección presidencial inmediata e indefinida tiene un “peso extra” que se
constituye en una “nueva asimetría”, al momento de competir en condiciones de
igualdad (un principio internacional de elecciones democráticas y auténticas),
cuando cada una de las diferentes comparecencias diarias y frecuentes y “creativas”,
se constituyen “subliminalmente” en la promoción del “candidato y mandatario vigente”
que se vuelve inalcanzable para el resto de la competencia.
Esta fase de propaganda de 90
días, ha generado una novedosa hipótesis”, producto de una cierta calma
comparada a la intensidad, tono y frecuencia del 2009 y 2013. La hipótesis es
que los partidos políticos “pueden” eventualmente legislar para acortar de 90
días a 60 días o a 45, como en primarias.
Para el ente rector electoral
el reto no cambia y es que los partidos políticos y los candidatos/as respeten-cumplan
la ley y sus mensajes propagandísticos, pero también los de campaña no
exacerben los ánimos de sus parciales que inciten a la violencia (en ocasiones
las llamadas “bases” o activistas desconocen o talvez omiten que en ocasiones sus
líderes comparten “el mismo plato”, entre otras) y contribuyan de manera no
programada ¿talvez inconsciente? en un modelo de prevención de violencia
electoral.
La ciudadanía en general espera que las
elecciones generales se desarrollen en un ambiente de paz, con la práctica de
valores democráticos como la tolerancia, el respeto y la transparencia para que
el candidato que gane, lo haga porque la mayoría le respaldo y que los que
pierdan, lo reconozcan por la “indubitabilidad” de los resultados, como un
deseo que aspiramos no sea parte de la ficción electoral histórica que nos gobierna
y que no tiene ideología ¿…?
Para considerar lo que
menciona el escritor del libro “El fin del poder” acerca de la degradación del mismo:
“… el poder “blando” de la cultura está desplazando al poder “duro” de los
ejércitos”.
Denis Fernando Gómez
Rodríguez
5
de noviembre
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