de los magos

 En el marco del cumplimiento de la profecía del nacimiento Jesús no encontramos con el relato de los tres magos que en realidad no representaban una avanzada del espectáculo teatral de  ninguno de los llamados magos que hemos conocido en la antigüedad o conocemos en la modernidad como célebres prestidigitadores de fama internacional o nacional.

El libro de Mateo nos sirve de base para identificar como Magos a tres hombres Sabios que venían del Oriente y se dirigían a Jerusalén, previa consulta para conocer dónde estaba el rey de los judíos considerando que habían tenido la oportunidad de ver la estrella como señal de su nacimiento y venían para adorarle. El rey Herodes al escuchar el relato de los sabios se turbó e inmediatamente  consultó con sus sacerdotes y escribas quienes le mencionaron y afirmaron que el profeta Isaías había anunciado del nacimiento en Belén de Judea.

El rey Herodes al ser informado de tal evento llamó a los Sabios de Oriente a una reunión secreta para consultar sobre la aparición de la mencionada estrella que les había guido y guiaba hasta el lugar donde se encontraban y conociendo de Belén les informó de Belén y les encomendó que al hallar al niño le notificaran para ir él también a adorarle como una acción velada que en realidad no buscaba tal reverencia, sino buscaba otros propósitos de los cuales nos ocuparemos en un eventual comentario posterior.

Los magos retomaron su camino siempre guiados por la estrella que les condujo hasta donde estaba el recién nacido y al verle de inmediato le adoraron y le ofrecieron oro, incienso y mirra. El oro como el regalo por excelencia que se les daba a los Reyes; el incienso representaba el reconocimiento de Jesús como divinidad e hijo de Dios y la mirra utilizada por los judíos para embalsamar cadáveres y perfumar persona implicando el reconocimiento como hombre y la certeza que moriría por los hombres.

Relata la escritura que finalizada la visita y su respectivo acto de adoración digna de un Rey, los magos tuvieron una revelación para que no volviesen con Herodes y no le informaran de los detalles que él les había encomendado.

Al pensar en la aplicación de este relato bíblico a nuestros tiempos modernos, corresponde preguntarno si estamos buscando encontrarnos, en el caso que no lo hayamos hecho anteriormente, con el Mesías prometido y de igual manera adorarle, ya no con oro, incienso y mirra, pero si entregándole nuestro corazón para hacerle Señor de nuestras vidas, recordando que las escrituras nos recuerdan que donde esté nuestro tesoro también estará nuestro corazón (Lucas 12:34)

Si Usted todavía no conoce al Salvador del mundo de sus pecados que le esclavizan y no ha empezado a buscarle, le persuado para que al calor de la temporada de Navidad que nos contagia, abra su corazón, reconozca su necesidad espiritual y conozca el verdadero sentido o significado de la Navidad, que es CRISTO y se rinda ante él y le adore dedicándole su vida y experimentar el gozo y la paz que el mundo y sus bullicios no pueden dar.

Que en este tiempo de conmemoración del cumplimiento de la profecía bíblica acerca del nacimiento del Mesías, no olvidemos que MARANATA, Cristo viene otra vez - como otra profecía por cumplirse-y nos preparemos para tal evento como parte de la fe que no avergüenza.

 

Al cierre

Mateo 2:11

Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.

 

 

 

Denis Fernando Gómez Rodríguez

Honduras-Centro América

11 de diciembre de 2023

 

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