¿fin de un ciclo...?

En mercadotecnia existe el concepto de ciclo de vida de un producto. El mismo determina el número de días, meses o años que un producto ha estado vigente hasta su obsolescencia y consecuente salida del mercado. En una analogía al anterior, considero que los hechos acaecidos en el sistema político electoral desde el 2004 al 2017 y en especial con el “colapso” postelectoral, marcan el fin de ciclo del sistema político electoral. El mismo identificado por un columnista renombrado como una acepción del interregno de Gramsci (lo viejo murió, pero no deja nacer lo nuevo…parafraseado).

En el 2004 se promulgó la nueva ley electoral y de organizaciones políticas vigente, donde se nombran tres Magistrados propietarios y uno suplente. Desde entonces los partidos que no se sienten “representados” han realizado esfuerzos por ser partícipes, al grado que después del “golpe de estadal Ejecutivo” (CVR) y producto de los acuerdos de Cartagena existió un “asomo” reciente de reforma constitucional discutido en la legislatura del 2016, pero no ratificada en la siguiente, como indica la norma. Sin olvidar que la última elección de los rectores electorales en el 20148dos reelectos y dos nuevos), se realizó por un Congreso Nacional que no debía, pero pudo (como suele ser una máxima histórica) cuatro meses antes de la fecha para tal evento, con la única finalidad de dos partidos políticos con votaciones mayoritarias no tuviesen ´representantes”.

Lo anterior, precipitó la inconformidad constante y queja sistemática por la “parcialidad oficialista” del ente electoral, en menor intensidad durante el proceso primario, y en mayor, durante el proceso general. La adición del partido centenario opositor sumó dos tercios del “peso específico electoral”.

Las inconformidades y denuncias fueron la agenda del día, entre otras razones por remedos de diálogos legislativos, por la empresa de transmisión de datos por el Censo Nacional Electoral; por reformas constitucionales judicializadas para evitar la consulta directa o popular, por reformas como el algodón de azúcar y una última que quedó como mera interpretación administrativa. En el caso de las reformas, sin duda, fueron más “retrocesos” e involuciones, que avances.

La ausencia de divulgación electoral oportuna, propicia y pertinente, generó incertidumbre que ha durado el día, fecha y hora de estas líneas. La misma ha dejado el vacío para que la “incontinencia bucal” del que preside y aspira, del que aspira y de quien le promueve, genere crisis, caos, vandalismo y violación de derechos humanos por la represión que no tiene ideología.

La fase postelectoral lejos de esclarecerse, ha dejado una serie de dudas que superan la escasa confianza y credibilidad que quedaba, al grado que hasta se aspira a que árbitros internacionales diriman (no “dirriman” como menciona a la saciedad un honorable) el conflicto que nos cobija desde siempre, pero que a estas alturas nos desborda.

Los eventos del 2017 hacen considerar que el sistema político electoral ya colapsó (de acuerdo al ciclo de vida del "producto") y hace notorio que los partidos políticos están obligados ¿? a realizar verdaderos cambios que sean estables para que sean creíbles y sean creíbles para que sean estables en el obsoleto sistema político-electoral.

Un escenario menos deseable pero probable, es que no suceda nada y entonces las condiciones actuales harán que los futuros proyectados al 2022, sean más oscuros de los que actualmente nos polarizan, confrontan y afectan como país; omitiendo que 2.5 millones de conciudadanos (incluyendo los ausentes del suelo patrio) no votaron por ninguno de los interesados.

A la espera que la crisis generada, “persuada” a los interesados directos e indirectos a dialogar y resolver el conflicto sino de forma legal, de forma política (¿cuasi-legal o ilegal?
    

Como menciona John F Kennedy:
“Se puede ganar con la mitad, pero no se puede gobernar con la mitad en contra”.




Denis Fernando Gómez Rodríguez
13 de diciembre de 2017
Si a la protesta pacífica.
No al vandalismo, la anarquía, la corrupción, la impunidad y la violación flagrante de los derechos humanos

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