“Mar y cielo” ¿...?

En un extracto de una de la letra de la canción del trío Los Panchos se lee: “El mar y el cielo se ven igual de azules y en la distancia parece que se unen.
Mejor es que recuerdes que el cielo es siempre cielo, que nunca, nunca, nunca
el mar lo alcanzará…”. Lo anterior llamó mi atención al grado que por meses he buscado una acepción de la realidad política nacional y de la búsqueda de la construcción “agenésica” de la democracia electorera que “convulsiona” como instancia inmediata a la del pleno goce y respeto de derechos humanos sin ideología.

Por estas coordenadas como síntoma de la agenesia, el debate entre la legalidad y la ilegalidad (disfuncionalidad que no tiene ideología) y el subterfugio de la “cuasi-legalidad”, donde copia al carbón de las malas prácticas continentales afloran. Lo anterior es dentro de un marco conductual de “relatividad política” y “moral de situación”, ambas precariedades, ausentes de valores democráticos, como la transparencia, la tolerancia, la responsabilidad, la inclusión y el respeto a la libertad de pensamiento y de expresión.

Nuestra práctica política electoral se ha erosionado también por la disfuncional conducta sectaria que excluye y no privilegia la experiencia, menos el conocimiento y que a la “sazón” nos aleja de los comportamientos mínimos de cualquier asomo de civilización. En lo anterior, nuestro suelo no mantiene la exclusividad continental, pero tampoco debe ser motivo de presunción alguna.

Otro aspecto que contribuye al deterioro de nuestra sociedad es la ambición personal de quienes ejercen y aspiran a seguir ejerciendo, de quien aspira a ejercer y de su promotor. A los anteriores, se les ha olvidado anteponer al país a sus aspiraciones ¿y codicias? personales y nos mantienen a la población en general (3.5 millones de personas acudieron a las urnas y 2.5 millones, no) de en un vilo inmerecido y de la autodestrucción no tiene ideología.

Con esta crisis postelectoral son diversos escenarios los que aparecen, unos “reales” y otros “ficticios”. Se volvió a la ideologización e instrumentalización de la información, por tanto la “verdad relativa” y la “verdad de situación” afloran, olvidándose de la veracidad (las verdades no tienen multitud de seguidores, mentiras reconfortantes, si).

El País no es de los expresidentes, tampoco del presidente, ni de los candidatos, tampoco de los partidos políticos y sus acólitos; es de todos y todas incluyendo a ese 30% que constantemente aparece en las encuestas que no simpatizan o
¿”atizan”? con ninguna “facción” como la práctica histórica delata.

La ilegalidad y la cuasi-legalidad”, la verdad y la “cuasi-verdad” que nos cobijan desde siempre serán siempre como la acepción de la canción de los Panchos:  
“La legalidad y la cuasi-legalidad se ven igual de azules, rojos-negros, rojos y demás y en la distancia parece que se unen. Mejor es que recordemos que la legalidad es siempre legalidad, que nunca, nunca, nunca la cuasi-ilegalidad la alcanzará…”,

Lo anterior, no tiene ideología y es independientemente de la relatividad política y de la moral de situación que han erosionado y erosionan  la débil construcción de democracia electorera que nos ocupa“El mar y el cielo se ven igual de azules y en la distancia parece que se unen. Mejor es que recuerdes que el cielo es siempre cielo, que nunca, nunca, nunca el mar lo alcanzará…”.… pero también preocupa.


Denis Fernando Gómez Rodríguez
20 de diciembre de 2017
De la Patria como interés nacional plural e inclusivo, no como regimiento militar, tampoco como programa lúdico, menos como hacienda.

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