De la Universidad Nacional de Agricultura, del Rector y del Presidente de la República

El centro educativo agrícola nacional de educación superior que hoy se conoce como “Universidad Nacional de Agricultura” (UNA), fue fundada en 1950, por el entonces Presidente de la República, Juan Manuel Gálvez, a iniciativa de un grupo de visionarios ciudadanos del Departamento de Olancho, liderados por el recordado Don Alberto Díaz Osorio (Q.E.P.D.), Don Vicente Alemán, entre otras personalidades de la época.
Su primer nombre fue el de “Escuela Granja Demostrativa” e inicio sus servicios académicos en el mes de mayo de 1952, con el apoyo financiero del Servicio Cooperativo Interamericano de Educación (SCIDE) por intermedio del STICA, del Proyecto Cooperativo de la Secretaría de Agricultura, bajo la dirección del Ingeniero Benjamín Membreño Marín. Hasta 1967, formó 434 profesionales con el título de Peritos Agrícolas.
En 1968, pasó a llamarse “Escuela Nacional de Agricultura” (ENA) bajo la administración del Ministerio de Educación Pública, elevando su nivel académico al de Bachiller en Ciencias Agrícolas, graduando 410 profesionales.
En 1978, el Consejo de Ministros (secretarios de Estado), elevó el nivel académico a Superior no universitario, otorgando  el título de Agrónomo, graduando 680 profesionales, dependiente de la entonces Secretaría de Recursos Naturales.
En 1994, la ENA se incorpora al sistema de educación superior, otorgando desde entonces el título de Ingeniero Agrónomo en el grado de Licenciatura.
En el 2002, pasó a denominarse Universidad Nacional de Agricultura (UNA), y se convierte en una institución de educación superior con autogobierno dedicada a la formación de profesionales en ciencias agropecuarias y afines. Desde entonces y a la fecha que nos ocupa, ofrece cinco carreras universitarias: (1) Ingeniería Agronómica, (2) Tecnología Alimentaria, (3) Recursos Naturales y Ambiente, (4) Medicina Veterinaria y (5) Administración de Empresas Agropecuarias.
A lo largo de los 64 años de existencia institucional, existen avances significativos y altamente significativos desde la superación de los grados académicos ofrecidos, de la diversificación de orientaciones técnicas a nivel de Licenciatura e Ingeniería, de la creciente establecimiento de alianzas estratégicas internacionales, entre otros avances, que de igual, han provocado una   “masificación” de los servicios educativo (explicada por su el promotor rectoral  como las medallas de presentación) pero que lamentablemente han sido y son hoy, inversamente proporcionales a la capacidad instalada interna-externa (ocasionando precariedades, hacinamientos, promiscuidad, tráfico de estupefacientes, entre otras carencias) y baja en la calidad educativa , tanto a nivel de prácticas de campo y de clases teóricas que contravienen, atentan y laceran la cultura de trabajo y su lema de “Labor omnia vincit” (el trabajo todo lo vence) que sirvió de lema a los fundadores y de motivación a quiénes hasta hoy tuvimos el enorme privilegio de recibir educación agrícola por parte del Estado.
La historia reciente de la modernidad ha generado agrestes disputas comiciales para formar el gobierno local, que no han escapado al mal histórico de la politización de las instituciones estatales, donde han participado Presidentes de la República y Diputados/as del Departamento y de otros, que han “manoseado” la institucionalidad agrícola educativa, sin diferenciarles ideologías, en el abuso (sean centenarias, longevas, o “mutadas” ¿…?)
Hoy la UNA, sufre una nueva crisis (la última fue la de 1987), donde el caos, tiene como promotor a un Rector vigente (reelecto por tercera ocasión), con aires megalómanos; auspiciados por un Presidente que ya no es y el que le sustituyó y está vigente, quienes en su intención de mejorar los indicadores de gestión de la educación nacional pública, le han invitado a colaborar y le sostienen en la difícil función de realizar dos gestiones administrativas de manera simultánea (“virtud” solamente posible en las tiras cómicas o películas de ficción), manejando la institución agrícola en la modalidad de “distancia”. Como en toda pelea, se ocupan dos, reza el adagio, aparecen como promotores del caos, los contrincantes electorales que de igual, han estimulado procesos comiciales “grisáceos” que hoy confrontan a la UNA, con el Consejo de Educación Superior y en última instancia, aparecen los cerca de tres mil alumnos/as o más, que hoy son violentados en sus derechos fundamentales y ven como única salida la realización de paros o huelgas, que serán efectivas, en tanto los organizadores alcancen a mantener la INOCUIDAD original, condición que por cierto se traza en una línea muy fina y débil, de sostener. La historia entonces, no refleja resultados tan halagüeños como se esperan desde la protesta, porque finalmente, los únicos que perdieron (como en 1987) y perderán hoy, serán en todo caso los/as estudiantes.
La solicitud pública al Presidente Constitucional de la República, señor Hernández Alvarado, en nombre de cada uno de los hombres y mujeres que logramos formarnos y graduarnos en tan noble institución académica es que “libere” al Rector Escoto, de una de las dos responsabilidades que ejerce (que valore el peso específico de las dos instituciones y haga una evaluación de costo-beneficio, para que el modo presencial se privilegie al modo virtual o peor, al modo holográmico o de repente, de “simulación”) de igual, que promueva desde sus facultades constitucionales la vuelta al orden público al interno de la Universidad, que privilegie y promueva un verdadero diálogo que no se “monoaural”, tampoco “sectario”, para construir consensos que beneficien a la institución educativa, en primera instancia y en segunda a los compatriotas, hombres y mujeres, que hoy optan a la educación estatal que requiere un Rector/a a tiempo completo.
Que el Presidente Constitucional, no olvide que la UNA, en el mejor de los escenarios debe recibir todo el apoyo del ejecutivo para que su crecimiento en la oferta de servicios sea sustentable y sostenible en relación a su crecimiento poblacional y a la calidad educativa (teórica y práctica) que le ha caracterizado antes de la “masificación estudiantil” con motivación política ¿…?, que “cuasi” sentencia a la institución educativa superior . 
Los graduados indignados por la crisis que azota a la UNA y que hoy causamos sinergias en las redes sociales, debemos volver la vista y además, de conocer, reconocer que debemos organizarnos o ¿reorganizarnos?, para participar en las diferentes modalidades de apoyo que se realizan, pero que tan bien seamos promotores y talvez, intermediarios en la solución a la crisis que acongoja a los estudiantes, docentes, padres de familia y los graduados.
A los ex compañeros/as de las diferentes promociones que sean próximos/as al Presidente Hernández Alvarado, que su confianza y cercanía catalicen para que el gobernante, tome acciones concretas y de inmediato busque la solución o soluciones a la crisis del alma mater, que después de 62 años sigue siendo netamente hondureña y de igual, noble y apreciada.
Que la UNA entonces, cumpla su misión de “contribuir al desarrollo científico, tecnológico y socioeconómico de la sociedad hondureña con énfasis en el sector rural, mediante la formación y perfeccionamiento de profesionales de las Ciencias Agropecuarias y afines, capaces de aportar al crecimiento y desarrollo sustentable de Honduras, mediante tecnologías basadas en el Aprender Haciendo”.

De Oralia Chapa, experta en Desarrollo Organizacional
Pensamos en ti…
El que no sabe y sabe que no sabe, es humilde; enséñale.
El que sabe y sabe que sabe, es un sabio; escúchale.
El que no sabe y cree que sabe, es un soberbio: húyele.
El que sabe y no sabe que sabe, está dormido; despiértalo.

¡Que la Universidad Nacional de Agricultura sea lo que debe ser, entonces!

Denis Fernando Gómez Rodríguez

Agr. Clase 1987 y promoción I. Agr. 1997

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