¡educación en democracia!
De la educación en
democracia
“La
educación es la primera necesidad del Estado”, fue uno de los apotegmas de
José Cecilio del Valle, con válidez en pleno desarrollo del Siglo XXI, por su ingente necesidad de país, que no alcanza a la reducción altamente
significativa de las brechas en la materia y que consecuentemente, requiere
respuestas inmediatas, serias, concretas, constantes y responsables, incluida
su acepción política y electoral.
Este
pensamiento de Valle, es una realidad rezagada a nivel de formación política,
electoral y en democracia, la que requerimos los ciudadanos y ciudadanas de
esta Nación, para continuar acciones de construcción y consolidación de la
democracia que nos ocupa, con la participación de sus promotores y también de
sus críticos con el fin de hacer el resumen o síntesis correcta como obedece en todo proceso
dialéctico. Esta es una temática en la cual deben orientarse esfuerzos
dedicados, comprometidos y permanentes que permitan avances altamente
significativos.
Una
de las máximas organizacionales es que lo único constante en las organizaciones
es el cambio ( con sus oportunidades y
amenazas) que provoca la necesaria actualización de políticas y de esfuerzos en
gestión pública orientados a la promoción y formación en conocimientos,
sentimientos y acciones prácticas que conforman el nuevo esquema de educación
en democracia que pretende construir ciudadanía.
En Latinoamericano, son
sintomáticos los escasos esfuerzos de las instancias gubernamentales en
promover ciudadanía democrática y lamentablemente, las organizaciones civiles,
en su condición de presuntos “catalizadores sociales”, no han sido, ni son
ajenas a esta disfuncionalidad. Esta última disfuncionalidad del sistema
democrático ha generado que los organismos electorales busquen establecer programas
externos de formación, coordinados con las Secretarías de Educación Pública y
paralelamente a nivel interno, actividades educativas y de formación de
ciudadanía a través de instancias administrativas, en ocasiones llamadas
institutos de capacitación cívica-política o de formación y estudios en
democracia, para buscar congruencia y consecuencia con la máxima que indica que
“las personas con mayor educación son
quienes más apoyan la democracia”.
En el caso particular de
Honduras, la Ley Electoral y de las Organizaciones Políticas vigente contempla
un capítulo, con tres artículos, sobre la educación cívica electoral que deben
ser revisados y actualizados bajo la óptica de la educación para la ciudadanía
democrática. La propuesta del sociólogo Marshall identifica y desarrolla tres
dimensiones:
La política que contiene los derechos políticos, la participación en la
administración del poder en una comunidad determinada, sin olvidar la crisis de
representación.
La civil, con el ejercicio de
derechos como la libertad de expresión, de pensamiento y religión con un
déficit en el respeto a la vida.
Y la social, que
abarca los derechos económicos, sociales y culturales, sin soslayar la
disfuncionalidad como Continente, de contar con los mayores niveles de
desigualdad. Adicionalmente, los autores Cox, Jaramillo y Reimers (2005) han
propuesto el tema como cambio de paradigma al tradicional de educación cívica.
La construcción de
ciudadanía trasciende del mero ejercicio del voto y la participación, que busca
la legitimidad de los procesos electorales, al del ejercicio pleno de derechos
como SUJETOS y no “objetos”; quienes además,
defienden estas libertades; reconocen el interés de la colectividad que
conforman los diferentes grupos poblaciones de la Nación y se esfuerzan en la
búsqueda del bienestar común en un marco de igualdad y respeto.
Honduras requiere
actividades formales y no formales que permitan
combatir y vencer “cierta especie” de analfabetismo”, que a la sazón de los tiempos
ha permitido y permite, producto de la falta de información y consecuente
desconocimiento, la preservación de modelos de ejercicio del poder que no
necesaria y obligatoriamente han respondido y responden a los intereses y
beneficios de la colectividad nacional.
A la sazón de los tiempos
que nos ocupan, el ente rector electoral requiere la creación del Instituto de
Formación y Capacitación Ciudadana para difundir y transmitir los fundamentos
de la cultura democrática y de la educación cívica-política, que capacite a los
ciudadanos y ciudadanas al ejercicio pleno de su ciudadanía para la
participación en la política de la nación, bajo los principios de paridad;
respeto a la diversidad de ideas; protección de los derechos humanos; inclusión
de los grupos poblacionales vulnerabilizados; respeto a las leyes y al estado
de derecho; la promoción del diálogo y la tolerancia.
Mientras ese momento
llega, donde se tome la decisión política, el Tribunal Supremo Electoral,
adelanta con el patrocinio técnico de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional
Autónoma de Honduras y el apoyo financiero de la Fundación Alemana “Konrad
Adenauer”, un diplomado en Derecho Electoral, que esperamos marque el inicio de
una gestión educativa que le permita a la ciudadanía ser formada en
construcción de ciudadanía y por ende, ser liberada del dominio ancestral de
aquellas personas dedicadas a la práctica política vernácula, que visten del
Siglo XXI, pero piensan y actúan como los tiempos de la conquista, donde se cambiaban
los espejos, por confianza.
Finalmente, hago “eco” de
un lema que un canal nacional tiene: “La educación te cambia la vida” con la
esperanza que las acciones de formación en democracia beneficien y sean un
adminículo en el fortalecimiento y la consolidación de la democracia
participativa y plural en Honduras.
Denis
Fernando Gómez Rodríguez
5 de octubre de 2016
Comentarios
Publicar un comentario