Los placebos no tienen ideología
Los
placebos no tienen ideología
Un placebo es una sustancia farmacológicamente
inerte (agua, azúcar, otros) capaz de provocar un efecto positivo a personas
enfermas, que creen tomar un medicamento.
De igual manera al área médica, simulamos su “aplicación” en la
construcción de democracia, de Estado, de acciones políticas y electorales para
citar algunas para efectos del análisis. El uso de placebos y su efecto no
obedecen a ninguna ideología en particular, al contrario son de amplío
espectro, por lo tanto no se puede acreditar ningún derecho ideológico sobre su
uso inveterado.
A nivel nuestro, los gobernantes han transitado y transitan en sus
administraciones con declaratorias como que todas las personas somos iguales ante
la Ley, el respeto al imperio del Estado de Derecho, a la Constitución y las
leyes secundarias, a la independencia de los poderes del Estado, a la
impartición de justicia sin privilegios, de la investigación, de la buena
práctica de la defensa pública, del debido proceso, de los “diálogos” incluyentes
y otro extenso número de declaraciones que no alcanzan a trascender del registro
escrito o la mera declaración verbal.
Cada gobierno ha definido y define su lema y a medida transcurre
su administración define sus temas de placebos que harán vigentes en su gestión
de cuatro años (si no deciden en el mediano plazo ampliarlo, ¡por esta única vez!,
como suele decirse en la inveterada práctica legislativa).
El control de las llamadas desde la cárceles; la depuración
policial, la lucha contra la corrupción e impunidad, el poder ciudadano, la
democracia popular y sus mecanismos de consulta directa, el diálogo inclusivo, la
reducción de la pobreza, elecciones transparentes, control del financiamiento
de partidos, aplicación de la ley para todas las personas, el adecentamiento
del sistema carcelario, las instituciones de seguridad nacional, el acceso a la
información pública entre otros, cuentan con “excepciones que confirman la
regla”, provocando a nivel de ciudadanía un alivio o “adormecimiento” de los
síntomas de los males que aquejan y al lograr la mejoría y el "entretenimiento colectivo", los administradores/as de turno, continúan
su prácticas decimonónicas, gozan de sus beneficios y buscan subterfugios que
les permitan extender el goce de los mismos, por una sola vez (por lo
pronto), como en el país del norte que reza el estribillo oficialista, evocando
el interés y beneficio de la colectividad.
Que además, de decretar leyes, se respeten y se apliquen sin excepción, porque los placebos no tienen ideología.
Denis Fernando Gómez Rodríguez
Septiembre 23, de 2016
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